Tengo tiempo notando que mis días pasan vertiginosamente rápido o desesperadamente lento.
Tan rápido que no alcanzo a darme en verdad cuenta de lo que sucede a mi alrededor siempre apagando fuegos, corriendo, de prisa, sin poner verdadera atención a mi al rededor y haciendo las cosas en automático.
Tan lento que me hago sentir que no pasa nada nuevo, no le pongo emoción a las cosas, dejo que el cansancio y la rutina lo hagan pesado.
Y aunque ya tenía mucho de no hacerlo, de pronto, me acuerdo de ti. Pero cómo es posible que te haya olvidado por tanto tiempo? No entiendo cómo fue que te ignoré a pesar de todos tus desesperados intentos por llamar mi atención! Si lo único que buscabas era ayudarme a recordar quién fui alguna vez.
A ti te escribo estas líneas cargadas de nostalgia y amor.
A ti que siempre has estado ahí para mí, para enseñarme lo fuerte que puedo ser.
A ti que eres valiente ante cualquier batalla, así sea enfrentar una burla, algún golpe sin aviso, pasar corriendo el pasillo a media noche para ir por un vaso de agua o aguantar estoicamente la reprimenda y consecuencia de una acción indebida.
A ti que puedes ver las cosas más complicadas de la manera más simple y lógica.
Tú que tienes ese don maravilloso de poder asombrarte de los pequeños detalles, darle valor a lo importante.
Tú que puedes pedir perdón y perdonar de una manera tan natural y sincera, sin rencores, sin enredos, sin condiciones, sin esperar nada a cambio.
Para ti que lo más importante es una tierna caricia, un abrazo de oso, las cosquis en la espalda y un beso de buenas noches.
Recuerdo esas tardes que no queríamos que terminaran llenas de risas, juegos, amigos verdaderos y amigos imaginarios. No había más limite que el de nuestra imaginación, qué diferencia de ahora que a veces me encierro entre las 4 paredes de mi mente, escuchando siempre al juez en mi cabeza.
Perdóname si te he olvidado, si no he hecho lo suficiente por ti. Te prometo que de ahora en adelante te escucharé, te cuidaré, te abrazare y te amaré como tú lo mereces.
Te prometo que habrá mas risas y alegrías y recordaré cómo disfrutábamos de todas las cosas.
No olvidaré como éramos un equipo siempre dispuestos a ofrecer ayuda a alguien más.
Te abrazaré cuando tengas miedo y te consolaré cuando estés triste, te comprenderé y perdonaré si te equivocas y te recordaré que Dios siempre está con nosotros.