Kala-Katha (el tiempo cuenta…)

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Yogendra Swaraj Sharma

Profesor en la UNAM y Centro Cultural de la India

La tierra tiene suficiente para cumplir la necesidad de todos los seres, pero no basta toda la tierra para cumplir la avaricia de un solo ser…


Corriendo el riesgo de ser interpretado equivocadamente, el Tiempo cuenta que:

1. Devayani y Kacha

Los devas (deidades) y asuras (los agentes de caos) se encuentran en la guerra. Shukracharya, el maestro de los asuras, hizo tapasya – fervientes meditaciones – y el Shiva (una de las tres deidades principales del hinduismo) le concedió una bendición en la forma de mritsanjivani vidya – el conocimiento para resucitar a los muertos. Con esta habilidad, el sabio resucitaba a los asuras muertos cada vez que fueran matados por los dioses.

El rey de los dioses, Indra, se preocupa y va a pedirle consejo a su gurú Brahaspati. Tras pensar por un tiempo, Brahaspati forma un plan único y novedoso. La idea es enviar a su hijo Kacha al ashram de Shukracharya como discípulo para obtener el secreto de mritsanjivani vidya para que los devas también pudieran ser resucitados.
Kacha se presentó ante el sabio Shukracharya como hijo de Brihaspati y le rogó ser su maestro. A pesar de que a los asuras no le gustara la idea, Shukracharya lo admitió como su discípulo como una muestra al sabio Brihaspati. Conociendo la naturaleza de los asuras el maestro pidió a su nuevo discípulo no alejarse del ashram.

Shukracharya tiene una hija llamada Devayani, hermosa, elegante, joven y encantadora quien se convierte en la única amiga de Kacha en ese lugar. Kacha trae las flores del bosque para la decoración del cabello de ella, aunque le fuera peligroso salir del ashram. Devayani se enamora de él sin saber lo que está en la mente de Kacha.

Kacha muestra su paciencia y virtud por largo tiempo y así gana el cariño de su maestro. Pero aún así nunca le revela el secreto de mritsanjivani. Muchas veces Kacha trata de verlo usar su conocimiento pero el maestro resulta ser más inteligente. Nunca lo ha usado delante de Kacha.

Un día, cuando Kacha está en el bosque, los asuras conspiran contra él y lo asesinan. Devayani se da cuenta de que ha pasado mucho tiempo desde que Kacha abandonó el ashram. Se queda devastada al encontrar su cadáver en el bosque y le pide a su padre que lo resucite. Shukracharya lo hace tanto por el amor de su hija por Kacha, como por su propio afecto por su discípulo.

Después de unos días, Kacha vuelve a salir del ashram para traer flores para Devayani y es asesinado nuevamente, y esta vez los asuras alimentan a los lobos con su cuerpo, pero nuevamente ante la súplica de su hija, Shukracharya hace el uso de su poder llamando a Kacha. Destrozando el cuerpo de los lobos, Kacha se presenta vivo ante su sabio maestro.

Frustrados por haber fracasado en sus intentos, los asuras preparan lo que les parece el plan perfecto. Esta vez, después de matar a Kacha, queman su cuerpo, mezclan sus cenizas con licor y se lo dan su gurú, quien lo bebe. Por no encontrar a Kacha, Devayani habla con su padre, le confiesa su amor para Kacha y muestra su preocupación por la vida de él. Shukracharya invoca a Kacha cuya respuesta escucha desde su propio estómago.

Al darse cuenta de eso, Shukracharya mira a Devayani quien se da cuenta de que para resucitar al discípulo, el gurú tendrá que morir. El único remedio que queda es que Shukracharya le imparta el conocimiento a Kacha antes de resucitarlo para que después Kacha lo pueda usar para resucitar a su maestro.

El maestro revive a su discípulo quien revive a su gurú después. Ya adquirido el conocimiento de mritsanjivani, Kacha se despide de Shukracharya y Devayani. Ella le confiesa su amor y propone que se case y se quede con ella. Kacha rechaza la propuesta porque no se ha olvidado de su misión y ahora la ve como su hermano porque aunque sea por una situación poco común salió del cuerpo de Shukracharya. Con el corazón destrozado, furiosa, desconsolada y sintiéndose traicionada, ella le maldice que nunca podrá usar mritsanjivani vidya. Kacha responde educadamente que enseñará este vidya a otros devas quienes podrían usarlo. Al decir esto, toma las bendiciones de su gurú a quien respeta mucho y Shukracharya también lo bendice porque era un gran hombre, y se despide deseándole un buen viaje de regreso.

2. Devayani, Shramishtha y Yayati

Una mañana, Sharmishtha, la hija del rey de los asuras, Vrishaparva, llega a la ermita de Sukracharya con sus amigas y va con Devayani a tomar un baño en un lago cercano. Pronto llegan al lago y dejan sus ropas en la orilla para ir al agua. De repente, un fuerte viento dispersa sus ropas. Las chicas salen apresuradamente del lago, y, por error, se visten con la ropa de una y otra. Enfurecido por esto, Devayani insulta a Sharmishtha. Las dos pelean y entran en una fuerte discusión cada una jactándose de la importancia de su padre. Enfurecida Sharmishtha empuja a Devayani a un pozo seco y se va.

Yayati, el rey de un estado cercano, viene a cazar en el bosque y está buscando agua para beber. Se acerca al pozo, se sorprende al encontrar a Devayani tirada en el fondo. Yayati le ayuda a salir.
Enojada con Shramishtha, Devayani llega con su padre a quien le cuenta todo lo sucedido. Dice que ella ya no puede seguir viviendo en ese reino. Shukracharya le dice: el hombre que es capaz de tolerar su propia crítica y transformar su ira en el perdón, puede conquistar todo el mundo. Devayani es cegada por la ira, por tanto, no le hace caso a su padre. Sukracharya va con Vrishaparva y anuncia que abandona el reino de los asura debido al infeliz conflicto de su hija Devayani con la princesa Sharmishtha. Vrishaparva le ruega a Sukracharya que se quede. Sukracharya deja la decisión en las manos de su hija.

Devayani acepta regresar con la condición de que Sharmishtha sea su sirvienta por el resto de su vida. Sharmishtha acepta por el bien de su padre, el rey. Devayani se tranquiliza y regresa a la ermita de su padre donde la princesa le acompaña como su doncella.

Un día, el rey Yayati pasa por allí. Devayani le presenta a Sharmishtha como su criada y lo lleva con su padre. Con la bendición de Sukrachaya, Yayati se casa con Devayani. Al despedirse, Shukracharya le pide al rey que trate con dignidad a su hija y que no mantenga ninguna relación con Shramishtha.

Sharmishtha continua siendo la sirvienta de Devayani. Conforme pasa tiempo, el rey es atraído por Sharmishtha y los dos empiezan una relación íntima. Con el tiempo, Shramishtha tiene tres hijos y Devayani dos.

Un día, Devayani encuentra con los hijos de Sharmishtha. Ella le pregunta a los niños el nombre de su padre. Señalan a Yayati. Devayani se siente engañada y va a la ermita de su padre. Sukracharya se enfurece y lo castiga echándole la maldición de la vejez prematura. Inmediatamente Yayati se envejece y les pide perdón a Sukracharya y Devayani. El sabio le dice: “No voy a retirar mi maldición, pero si alguno de tus hijos está dispuesto a cambiar su juventud por tu vejez, serás nuevamente joven todo el tiempo que desees”.

Yayati, ahora un anciano, regresa a su reino y llama a su hijo mayor a quien dice: “Hijo, por una maldición he perdido mi juventud. Pero, todavía no he saciado mis deseos. Toma mi vejez y dame tu juventud, al menos por un tiempo”. El hijo mayor rechaza la petición de su padre. El rey llama a todos los príncipes quienes, igual que su hermano mayor, rechazan la orden de su padre, excepto el más joven, Puru, quien cambia su juventud por la vejez de su padre. El rey pasa muchos años (el libro dice, mil años) intentando cumplir y saciar todos sus deseos, cada día se frustra más por su intento en vano. Un día llama a su hijo Puru y le dice:

“Te digo esto con certeza… no toda la comida, la riqueza y las mujeres del mundo pueden aplacar la lujuria de un solo hombre de sentidos incontrolados. El deseo de los placeres de los sentidos no se elimina, sino que se agrava con la indulgencia, igual que el fuego no se apaga sino se intensifica echándole la mantequilla. Quien aspira a la paz y la felicidad que renuncie instantáneamente al deseo y busque, en cambio, lo que no envejece, no importa la edad que tenga el cuerpo. Llévate tu juventud y gobierna el reino con sabiduría y bien”.

Yayati luego regresa al bosque y pasa el resto de sus días en austeridades, meditando sobre Brahman, la realidad última. A su debido tiempo, alcanza el cielo.