Dentro de todos nosotros residen tanto la energía femenina como la energía masculina.
La energía femenina tiene una inclinación natural a volcarse hacia la dimensión interior de las cosas. Está relacionada con los sentimientos, la inspiración y con trascender los límites del “Yo” para conectarse con los demás.
La energía masculina está relacionada con el enfoque, el discernimiento y el poder para actuar. Permite ocupar un espacio, ser un “Yo” con límites bien definidos.
El equilibrio entre estas dos energías internas permite realizar el máximo de nuestro potencial.
La energía femenina es la energía de lo no manifestado, el reino de todo lo potencialmente posible. También es la fuente de la verdadera inspiración
(deseos genuinos que brotan del alma).
Tu energía femenina es el puente hacia el alma.
La energía libre y fluida de lo femenino quiso entrar en una danza con la energía masculina, de la manifestación y de la forma.
La energía masculina le permite al alma experimentar esta realidad física. Ayuda al alma a expresarse creativamente en este reino de la tierra. ¡Somos seres capaces de materializar nuestras creaciones como Leonardo Da Vinci!
Uno de los desafíos más importantes en nuestra vida, es desarrollar por completo estas energías de una manera armónica.
Cuando hay exceso de energía femenina, hay mucha capacidad de imaginar y crear, pero tambien muchos obstáculos al realizar y concretar objetivos. Hay tendencia a crear relaciones dependientes.
Cuando hay exceso de energía masculina, somos muy activos y realizadores, pero con poca o nula confianza en nuestra parte intuitiva e imaginativa. Hay tendencia a crear relaciones codependientes.
Debido a una energía masculina dominante o desconectada, las personas se ven inclinadas a pensar y preocuparse demasiado. No se está confiando en la propia energía femenina para tomarse un descanso e ir al interior para recuperar amplitud, creatividad y confianza.
Tener un excedente de energía femenina significa que son empáticos con gran habilidad para entender a los demás, pero con una marcada incapacidad de poner límites asertivos.
Al integrar armónicamente nuestras energías, atraeremos relaciones más equilibradas y satisfactorias. Asimismo tendremos experiencias de vida más enriquecedoras, gracias al conocimiento y cultivo de ambos potenciales energéticos en nuestro interior.
Lo femenino y lo masculino se relacionan uno con otro como está representado en el símbolo Ying-Yang; ambos son iguales y complementarios.