Cada vez que pensamos influimos en nuestro mundo, lo construimos o lo destruimos… pero ¿por qué? Para entender esto hay que regresarnos hasta la causa raíz, la mente.
La mente es todo, la mente en la religión es conocida como el alma, la mente nos distingue de otros seres vivos y nos coloca como la forma de vida más elevada que hay. Somos los únicos que tenemos poder, por medio de nuestra mente, para crear, para visualizar y para elegir nuestros pensamientos, aunque a veces, parece una actividad imposible. Se nos dificulta gobernar el pensamiento porque no nos dijeron cómo, no nos enseñaron que era posible, y entonces pasamos la mayor parte del tiempo teniendo pensamientos que nos inquietan por el simple hecho de que son demasiados. Cuando la mente está a nuestro servicio, es una gran herramienta, compañera y consejera, pero cuando la mente no está a nuestro servicio se puede convertir en tu peor enemigo.
Tenemos 21 pensamientos por segundo, esto quiere decir que pensamos más de 1 millón y medio de pensamientos en el día, pensamos incluso cuando estamos dormidos. La mayoría de estos pensamientos son simplemente estímulos que no registramos y el 95 por ciento de nuestros pensamientos se van a nuestro subconsciente y dice Carl Jung que hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá controlando tu vida y tu lo llamarás destino.
Se lee fuerte, muy fuerte, pero también nos habla de que existe la posibilidad de que podamos traer a nuestra conciencia lo que pensamos, existe la manera en que podemos observar y vigilar nuestros pensamientos para que podamos elegir lo que nos favorece..
Y ¿por qué me conviene elegir qué pensar? Por el poderoso hecho de que nuestros pensamientos son causantes, esto quiere decir que están cargados de energía y se materializan.
Este hecho no tiene nada que ver con el misticismo, hoy en día hay mucha evidencia científica que demuestra que en nuestro cuerpo podemos comprobar cómo es que un pensamiento contiene una carga energética que activa neurotransmisores en mi cerebro, que a su vez disparan neuropéptidos, y en ese instante cambia la química hormonal y biológica de mi cuerpo, vemos en tiempo real como un pensamiento cambia la materia de mi cuerpo. Los buenos pensamientos pueden hacer que yo me sienta bien emocionalmente pero también físicamente, de la misma manera que los malos pensamientos pueden hacer que yo me sienta mal emocional y físicamente.
Así mismo mis buenos pensamientos me llevan a tomar buenas decisiones, a comportarme de mejor manera, experimentar realidades más favorables que me llevan a emociones más elevadas. Si mis pensamientos están cargados de queja, miedo, enojo, preocupación, resentimiento, amargura, victimismo o negatividad, mis decisiones serán consecuentes a lo que pienso, al igual que mi comportamiento, mis experiencias y mis emociones. Y es así como un mal estado de ánimo, si no se corrige, se convierte en mal carácter y en una personalidad pesada, densa y negativa.
Los seres humanos queremos que las circunstancias y las experiencias cambien para ser más felices y la única verdad es que cuando decidamos ser felices podremos percibir y experimentar circunstancias y experiencias buenas.
La felicidad es una decisión, es decidir darle una buena interpretación a lo que pasa, decidir poner mi atención en lo bueno que sí está, decidir quitarle la atención a lo que no me gusta, decidir elegir con cuidado los pensamientos que construyen el presente y el futuro que quiero vivir, es convertirme en un observador de mi mismo para escuchar lo que mi cuerpo me quiere comunicar con una emoción y así yo me entere si debo continuar pensando así o debo guiar a mis pensamientos en otra dirección para construir un mejor ahora. Es decidir recordar solamente lo bueno de mi pasado y entender que las malas experiencias me trajeron aprendizaje, es pensar en las buenas posibilidades de mi futuro y el diálogo interno que honre el regalo de mi presente para que pueda vivir una vida en plenitud.
La felicidad es una decisión que se toma todos los días, varias veces al día.
Bueno pero y ¿cómo le enseño a mi mente a pensar mejor?
En Aplicación Mental aprendemos a usar prácticas que nos ayudan a traer del subconsciente las ideas equivocadas para sustituirlas por pensamientos que nos favorezcan y nos ayuden a sentirnos mejor.
Los pensamientos moldean nuestro mundo, cuando los elegimos de manera más consciente y les damos una intención, podemos llegar al sentir y lograr un impacto tan poderoso que todos los átomos de nuestro cuerpo responden y podemos cambiar la dirección de nuestras decisiones y experiencias.
Una de las prácticas que enseñamos es vigilar nuestra guía emocional. Lo que hacemos es que ponemos alarmas en nuestro día para revisar cómo nos sentimos, si nos sentimos bien eso es un buen indicador de que nuestros pensamientos van por buen camino, si nos sentimos mal o inquietos, podemos parar por un momento y hacer respiraciones lentas y profundas para traer a la conciencia el mensaje que mi cuerpo me quiere decir, reflexionar en qué es lo que estoy pensando y empezar a sustituir los pensamientos embriagantes por pensamientos que tengan un sentido constructivo. Esto lo podemos hacer agradeciendo o haciendo líneas de pensamiento que tengan palabras con cargas energéticas positivas, por ejemplo: Yo soy salud, Yo soy abundancia y me abro a todas las fuentes de abundancia ilimitadas del universo, Yo me abro a todas las buenas posibilidades de mi presente, Yo me acostumbro a poner atención a lo bueno de mi vida, Yo desarrollo la capacidad de estar en calma, la armonía toma el control de todas las circunstancias de mi vida, sólo el bien viene a mi y a los míos… hay infinidad de líneas que podemos crear para cualquier situación.
Esta es una práctica muy sencilla que podemos integrar a nuestra vida sin necesidad de conocer más de Aplicación Mental. Siendo constantes podemos empezar a comprobar que nuestro ánimo empieza a mejorar.
Una de las maneras de trabajar el subconsciente es por medio de la repetición, por eso se les llaman prácticas, porque son actividades que se realizan de forma continua hasta que se adquiere habilidad y experiencia, mientras más las hacemos más expertos nos volvemos y podemos ver resultados desde la mejora de nuestro ánimo hasta la mejora de nuestro sistema nervioso autónomo. Hoy puedes tomar la decisión de empezar a observar el flujo de tus pensamientos, de empezar a vigilar tu guía emocional, para así empezar a construir nuevas posibilidades de vivir mejor. Deseo que tus pensamientos sean cada vez más elevados para que sólo experimentes la mejor versión de ti y tu destino más alto.