Siempre ha sido importante mantener a nuestro sistema inmunológico en buen estado, pero esto se ha convertido en algo aún más relevante a raíz de la pandemia. ¿Se han preguntado por qué algunas personas ni siquiera se enteraron de que tenían al virus, algunas otras tuvieron síntomas leves, otras más fuertes y otras más fallecieron? En este artículo vamos a profundizar un poco en este tema y a entender qué podemos hacer nosotros para optimizar dicha respuesta.
Partamos de la base que absolutamente todas las complicaciones por el virus involucraron la inflamación de las células, la cual provocó la famosa tormenta de citocinas (cytokins en inglés).
En artículos anteriores, estudiamos a la Inflamación Celular como el origen de la mayoría de las enfermedades que conocemos; ahora vamos a entender que no basta con “reducir” la inflamación, sino que además debemos “resolver” dicha inflamación y por último, “reparar el daño”, y veremos qué relación tiene la inflamación de nuestras células con el sistema inmunológico.
Empecemos afirmando que podemos reducir la Inflamación Celular a través de nuestra dieta, utilizando a la comida como el fármaco más poderoso que tenemos.
Sin embargo, es necesario optimizar la respuesta de resolución, ya que de esta forma podemos controlar nuestros genes, controlar el metabolismo y podemos reprogramar al sistema inmunológico. En sí, la respuesta de resolución es la manera en que nuestro cuerpo sana a partir de cualquier lesión. Dicha respuesta de resolución puede reprogramar nuestro sistema inmunológico para que pueda luchar en contra de cualquier agente agresor.
Entendiendo los mecanismos bioquímicos a través de los cuales ocurre la tormenta de citocinas, tenemos 2 procesos a tomar en cuenta:
-Sobre-activación del NF-kB (factor nuclear de transcripción genética)
-Inhibición de AMPK (la enzima de la vida, interruptor maestro de procesos metabólicos muy importantes)
Uno de los factores claves es activar la AMPK, ya que ésta es la que desactiva al NF-kB.
Al mismo tiempo se requiere mantener el equilibrio entre los eicosanoides que generan los estados inflamatorios, y las resolvinas, que son las responsables de resolver la inflamación. Cuando esto se logra, el resultado será la activación del sistema inmunológico para defendernos del ataque de cualquier virus o bacteria.
Desde hace mas de 30 años, se publicó el primer estudio sobre el uso de ácidos grasos Omega 3 para reducir los niveles de citocinas en The New England Journal of Medicine, desde entonces son cientos de estudios que comprueban la eficiencia del Omega 3 para este propósito.
Entonces hasta ahora sabemos que se requiere reducir la Inflamación Celular, y que podemos hacerlo a través de la dieta. Podemos resolver la inflamación a través de las resolvinas provenientes del Omega 3.
El Omega 3 así mismo es capaz de activar a la AMPK, la cual inactiva al NF-kB causante de la tormenta de citocinas, además de intervenir en otros procesos como, por ejemplo: Si quemamos grasa o no, a qué velocidad podemos modificar los niveles de glucosa, regular la síntesis de mitocondrias, activar las células T y las células B, regular la oxidación de ácidos grasos, regular la síntesis de proteínas, etc.
Entonces, la AMPK controla el inmunometabolismo (que es cómo nuestro metabolismo controla al Sistema Inmunológico).
Sabemos que tenemos el Sistema Inmunológico Innato (aquel con el que nacimos) y el Sistema Inmunológico Adquirido, el cual es mucho más complejo y es el que realmente nos defiende. Este cuenta con:
Células B para producir anticuerpos.
Células T para realizar la destrucción selectiva. Estas células deben ser entrenadas para que tengan memoria a largo plazo.
La AMPK será la responsable de entrenar a las células y la que permite la supervivencia de las células T.
Desgraciadamente la activación de la AMPK se inhibe por el consumo de un exceso de glucosa o bien por el exceso de calorías en la dieta: De hecho, existen ciertos marcadores clínicos que nos indican si está activada o no, éstos son: Rango AA/EPA entre 1 y 3, Triglicéridos/HDL < 1, y Hemoglobina Glucosilada entre 4.9 y 5.1.
Otra manera muy efectiva para activar a la AMPK, es a través de los polifenoles, específicamente las delfinidinas del Maqui, y realizando el ejercicio por intervalos, por ejemplo 30 segundos de ejercicio muy intenso, seguido por 1 minuto de descanso, durante 8 ciclos.
Se ha comprobado también cómo la obesidad discapacita la memoria de las células T y favorece el envejecimiento de dichas células; estudios recientes han demostrado que la eficiencia de las vacunas es muy inferior en este grupo de personas.
Como conclusión, considero que, sí es mucho lo que cada uno podemos hacer a través de nuestro estilo de vida para tener una respuesta inmunológica fuerte, por lo que sugiero empezar con una alimentación equilibrada que siempre incluya carbohidratos, proteínas y grasas de buena calidad, suplementar ácidos grasos Omega 3 ultra-refinados y Maqui, hacer ejercicio regular además del ejercicio por intervalos, y como siempre poner en paz a nuestra mente y nuestras emociones…
No parece tan complicado, ¿no creen?