Cada día al levantarnos nos vamos acostumbrando a sentirnos, ya sea ligeros, pesados, cansados, con energía, de buen humor, de malas etc. A tal grado que las personas de nuestro alrededor ya nos conocen y cuando actuamos de forma distinta lo perciben.
Solemos normalizar o naturalizar los síntomas desagradables o buscamos darles una razón del porqué existen, como si domináramos el tema. Son pocas las personas que a los primeros síntomas de malestar físico o emocional buscan la forma de justificarlos, el clásico me duele la cabeza por el calor, estoy engordando por que estoy triste, adelgacé por la “depre”, es normal que se me caiga el cabello, así es mi carácter.
Cuando el cuerpo ya no aguanta más, los síntomas se agravan y no tenemos otro remedio mas que asistir al médico y el diagnóstico ya suele ser más avanzado. Es aquí cuando el médico revisando nuestros estudios nos dice que tenemos diabetes, hipertensión, Parkinson, desnutrición, obesidad mórbida, tenemos que dializar, hay que hacer un cateterismo, etc., Sin contar la peor noticia que puede ser… Usted debe dejar de comer, harina, azúcar, grasa, lácteos, etc. y mejor piensas pues podemos ahorrarle el trabajo a la enfermedad y ¡mátenme ahora! A estas alturas no sabemos qué fue más difícil, los síntomas, el diagnóstico o el cambio de vida tan abrupto que tenemos que realizar.
Naturalmente se crea una resistencia al pensar que no estoy tan mal, que en qué momento me enfermé, si ya estoy muy avanzado, entra una rebeldía natural en la que no quiero cuidarme o un pánico a estar cerca de todo lo que pudiera darme más. Los cambios de estilo de vida que necesito se vuelven la locura pues la gente que me ama comenzará a cuidarme en extremo, habrá regaños con el “no te comas esto o aquello” vs “no seas ridícula no te va a pasar nada si te comes un pedacito”, y mi favorito y mas odiado, “para mí que lo que tienes es psicológico”.
Una vez pasado todo esto tengo dos caminos como enfermo sin tomar en cuenta la gravedad; o me sumerjo en un antaño de dolor emocional cuidados extremos, chantajes y demás, ó elaborar la pérdida de la salud y encontrar la ganancia en esta pérdida.
Aquí se puede escuchar un freno de automóvil de ¿Cómo? ¿Qué ganancia hay? ¿Cómo es una pérdida si no estoy muerta?
En este punto es dónde quiero compartirte lo importante de la elaboración del duelo ante cualquier diagnóstico.
Estamos acostumbrados a tener una vida cotidiana, esta vida cotidiana en la que sin duda sin buscar origen ni razón es urgente realizar cambios y crear un nuevo estilo de vida, para poder tener ganas de cuidarme y eliminar el miedo a lo que padezco y encontrar la funcionalidad es necesario elaborar este duelo, este duelo trae consigo lo que ya no podré hacer o comer de forma temporal o definitiva, lo que debo hacer por mi bienestar y cómo encontrar la ganancia de lo que perdí.
Podemos preguntarnos qué hay de ganancia en una cirugía, en una deformidad o en perder un miembro, evidentemente el dolor no nos deja verlo pero se abre una gama de oportunidades, ganamos amor, fortaleza, salud, autocuidado, la creación de un mundo totalmente nuevo en el que veo la vida diferente, me planto en mi realidad, realizo un trabajo personal para tener una vida con calidad y en mi experiencia y en la de muchos de mis pacientes una vida mas feliz, plena y con mayor calidad de antes de este diagnóstico que sin duda cambió mi vida y la de las personas de mi alrededor.
Así que quiero invitarte querido lector a que revises tus síntomas y no temas al diagnóstico, cuanto antes encuentres lo que sucede será más rápido y sencillo tu cambio hacia una nueva vida con mas salud de manera integral y una vida en mejor balance para ti.