Llega la primavera y todo se torna más hermoso. Pareciera que las plantas tomaran fuerza para presentar su mejor versión. La mayoría comienza a florecer y se llena el jardín de colores y vida. Pero no todo es perfecto, en todo este desborde de la naturaleza también las plagas no se hacen esperar y rápidamente se acomodan en nuestras preciadas suculentas.
El pulgón y la cochinilla algodonosa son algunas de las principales plagas con las que tienes que lidiar, estos bichitos chupadores se alimentan de la savia de las plantas y flores, después desechan una sustancia llamada melaza, que resulta un alimento fundamental para ciertas especies de hormigas. Estas se desplazan más rápido y cuentan con la habilidad de buscar brotes tiernos por lo que se dedican a transportar pulgones y cochinillas de una planta a otra.Es por esto que pareciera que la cochinilla algodonosa surge espontáneamente cada vez que uno parpadea.
En mi experiencia el pulgón aparece solo a principios de primavera y prefiere instalarse en las flores, por lo que opto por cortarlas si están infestadas y así, terminar con el problema antes de que se pase a más plantas. Pero la cochinilla algodonosa es una plaga de la cual te vas a acordar todo el año, y puede llegar a ser tu peor pesadilla.
En el verano, con el aumento de temperatura y ambiente seco, se crean las condiciones perfectas para llamar a un nuevo visitante: los ácaros o arañuela roja. Estos son mini arácnidos que muchas veces pasan inadvertidos y cuando finalmente los descubrimos o sospechamos que están detrás de ciertos síntomas (hojas lacias, secas y cacarizas) es porque ya hicieron mucho daño en las plantas.
Casi siempre los encontramos en la cara interna de las hojas y arman colonias con miles de ácaros que rara vez vemos a simple vista. Si no actúas a la primera señal de alarma, esta plaga puede apoderarse de tus suculentas, empezando por sus predilectas, las de color oscuro. Por eso es tan importante la observación y así detectar cualquier cambio en las plantas y poder erradicar las plagas a tiempo.
Existen muchos aliados para ayudarnos en esta batalla campal que se desata año tras año, solo hay que tener cuidado y saber qué usar y qué no. Cuando el problema es cuestión de vida o muerte y tú planta está tan afectada que estás a punto de perderla, puedes recurrir a lo más fuerte que serían insecticidas químicos, que son muy efectivos, pero también tienen sus contras. Así como matan todo lo que no queremos en nuestras plantas, también nos llevamos lo que sí queremos; cómo insectos polinizadores, que son abejas y mariposas, entre otros; y también a los que son nuestros aliados, como las catarinas y las crisopas, que ponen sus huevecillos en las hojas, y sus larvas se alimentan de insectos chupadores. Una larva de catarina puede llegar a devorar 200 pulgones en un día.
Además, con los insecticidas, cambiamos química del sustrato y modificamos el pH. En caso de aplicarlo mal, podemos quemar las plantas y sin el debido cuidado puede llegar a ser tóxico para las mascotas y para uno mismo. También al recurrir constantemente a los químicos y aplicarlos por cualquier motivo, las plantas van haciendo resistencia a estas sustancias y cuando realmente sea un problema grave ya no habrá nada que lo detenga.
Por eso el uso de químicos será siempre el último recurso. Lo orgánico y natural es lo mejor. Contra pulgones, cochinilla algodonosa y ácaros, existen varios productos que son insecticidas y acaricidas, amigables con el medioambiente como la tierra de diatomeas, jabón potásico, azufre agrícola y aceite de Neem (este evita ponerlo en suculentas pruinosas porque se manchan). También es recomendable aplicar lixiviado de lombriz cada tres meses, tener las plantas en zonas ventiladas, riegos abundantes cuando lo necesiten y exponerlas mínimo 4 horas de sol de la mañana para así tener plantas nutridas, resistentes y sanas. Evita aplicar a tus suculentas fertilizantes con alto contenido de nitrógeno, ya que este las hará crecer muy rápido y se adelgazará la epidermis, facilitando a los insectos chupadores instalarse y alimentarse de ellas.
Recuerda que cada jardín, cada colección de suculentas son pequeños ecosistemas que contribuyen a un balance de la naturaleza, esto de ser cultivadores se trata de ser responsables y conscientes de cómo nuestras acciones impactan en el medio ambiente.