En la naturaleza todo es dual: blanco y negro, arriba y abajo, dulce y salado, frio y caliente y el ser humano no es la excepción. Todo el mundo lleva una sombra, esa parte de la personalidad que nos es desconocida, que nos asusta y que preferimos negar que reconocer.
La sombra es una parte viva de tu personalidad que influye en tu percepción de la vida y acciones y decisiones de tu día a día. Esta conformada por todo aquello que por historia de vida, crianza, cultura y entorno consideras como negativo, malo o no deseable, aunque no necesariamente lo sea. En tu sombra se encuentra todo lo reprimido, los impulso, el egoísmo, todo lo destructivo e inmoral pero también contiene tu capacidad creativa, instintos normales, reacciones apropiadas que en su momento “alguien o algo” nos hizo ver como incorrectas.
Recuerdas cuando de pequeño no querías compartir tus colores en el kínder, cuando pintaste el elefante morado o cuando te defendiste con un golpe de tu compañero que te empujo y fuiste castigado o rechazado por ello. Ahora como adulto te cuesta decir que no “porque debes compartir y el egoismo es malo, debes pintar el elefante gris porque tienes que hacer lo que se te dice, ser realista y dejarte de tonterias, y por supuesto, permites la violencia por parte de otros porque defenderte de la única forma que podias en ese momento y que tus institntos activaron, te convertia en una personita violenta y mala. Este ejemplo es un poco drástico, pero quiero ilustrar como es que aquello que es natural se vuelve parte de la sombra, de lo negado.
Queremos, necesitamos, ser amados y usamos mucha de nuestra energía en negar, ocultar y quitar las partes de nosotros que pueden hacerme indeseable e indigno de amor sin darnos cuenta que mientras no seamos capaces de vernos y reconocernos como realmente somos, con lo agradable y lo desagradable, vamos por la vida incapaces de amarnos a nosotros mismos. La gran historia de amor que todos anhelamos comienza con la capacidad de amarnos plena y conscientemente, sin embargo, hacemos todo lo que podemos para no tener este encuentro agridulce con nosotros mismos.
Negar tus demonios no los exorciza, solo los hace mas grandes, mas fuertes, les permite seguirse alimentando hasta que encuentran salida en forma de conductas destructivas o autodestructivas. Si niegas lo que no te gusta de ti, se vuelve cada ves mas inconsciente y tu sombra crece y crece, aunque no te des cuenta. Entre mas inconsciente sea algo, menos “control” tienes sobre ello. Negar tus demonios te lleva a proyectar esto que no quieres /no puedes ver en ti, en el otro. Y en el otro, no se sana, no se evoluciona ni se sale del victimismo.
En la consulta me gusta explicarles a mis pacientes que nada es bueno ni malo. Que todo es y que es solamente aquello que hacemos con eso lo que lo vuelve algo que nos suma o algo que nos resta. Lo peor de ti, también puede ser lo mejor de ti. Cuando tu te conoces y te reconoces y te aceptas con todo y tu sombra… esos demonios toman proporción real, pero, sobre todo, se vuelven demonios a tu servicio y función. Algo así como cuando vives peleándote con tu cabello porque es chino. Llega el día que, en lugar de rechazarlo, aprendes a peinarlos y a lucir esos increíbles risos.
Todo aquello que habita en la sombra es parte de ti y es un aliado. Puede que no te guste todo lo que eres, pero lo que eres, y cuando lo haces consciente, solo es una herramienta más.
Piensa en lo que menos te gusta reconocer sobre ti. Eso que no te gusta nada de ti.
Ahora piensa en una situación en dónde, “eso” te metió en problemas o te dificultó la vida.
Por último, piensa en otra situación en donde “eso” fue lo que te sacó adelante o te ayudó a solucionar.
Ves, lo mejor de ti, es lo peor de ti y viceversa. Todo depende de como lo uses, de que sea tu eleccion usarlo y de que sea la herramienta necesaria para esa situación. Cuando no reconoces tu sombra, esta emerge desde la profundidad sin que tú te des cuenta y toma control de ti. Cuando te conoces, sabes que ante cualquier situación, ese lado oscuro tuyo puede surgir y te adelantas, lo provees, lo calmas, y le dices algo así como “espera, no es momento, tenemos otras alternativas” o conscientemente le dices “haz lo tuyo”.
Cuando abrazas tu sombra sabes como no alimentar al demonio y aprendes herramientas para gestionarlo. No deja de ser parte de ti, pero ahora tiene mejores riendas. Aprendes que eso que te asusta un poco (o un mucho) de ti, no esta solo en tu ser. Que dentro de ti tienes un montón mas de cualidades y características de luz que acompañan a tu sombra y te permiten mantener un equilibrio.
Abrazar a tu sombra es tomar todo lo que eres y convertirte en un individuo. En un ser real perfectamente imperfecto digno de plenitud, de amor y de aceptación. Abrazar tu sombra es poder trabajar en ti y ser el autor de la historia de tu vida, que sobra decir, esta llena de matices. Aquel que se ha enfrentado al terreno oscuro de su yo se ha ganado el derecho a ser el mismo en toda su expresión y adquiere también la certeza de que podrá vencer a todos los enemigos externos, porque ha vencido a los propios.
Abrazar tu sombra, conlleva mucho trabajo, trabajo que no cualquiera esta dispuesto a hacer, pero que al final vale la pena… sin duda. “Hasta que lo inconsciente no se haga consiente, el subconsciente seguirá guiando tu vida y tú le llamaras destino”.
Somos arte, y con el uso de la luz y la sombra se crean grandes obras.
Abraza y honra tus matices de una manera sana y consiente.