No cometas el error de sentirte culpable por lo que le pasa o le ha pasado al otro, así tú hayas sido quien lo provocó.
El destino de los demás no depende de ti, aún cuando hayas sido el instrumento para que se cumpliera. Todos tenemos un destino que corresponde a lo que venimos a aprender, y el Universo se encargará de que se cumpla sea como sea.
Te pongo un ejemplo:
Supón que vas por la calle manejando tu coche, y por distraerte con un mensaje de texto de tu celular, atropellas a alguien que está parado en una esquina. Ese accidente lo deja paralizado atado a una silla de ruedas de por vida.
Tú cometiste un error muy grande, y eso es cierto. Pero esa persona no estaría parada en esa esquina si no necesitara ser atropellada por ti. No estaría ahí justo en el lugar y en el momento en que tú vas a pasar distraído con tu celular, si no fuera porque necesita vivir esa experiencia.
Fueron los ángeles los que lo llevaron a ese lugar, exactamente donde lo iban a atropellar, para que viviera una experiencia de destino necesaria para él.
En el Universo no existe la casualidad. No existe la mala suerte, ni la buena. Todo lo que sucede está perfectamente planeado y guiada por las más altas inteligencias. La vida está protegida por Maestros y guiada por ángeles, que aunque no los veamos con nuestros ojos físicos, son totalmente reales y dirigen nuestros procesos evolutivos.
Ese accidente tenía un propósito doble. Por un lado está el atropellado y por otro lado está el conductor. Ambos vivirán una experiencia tremenda y ambos tendrán que aprender de ella.
El conductor aprende de su error. Del caos que le va a provocar ese accidente. Lo más probable es que se va a llenar de culpa y remordimiento que no le van a permitir vivir en paz. Se va a sentir tremendamente culpable toda su vida.
El atropellado aprende de la experiencia ya que seguramente se va a llenar de odio, de desesperación y de frustración, y además va a hacer papel de víctima culpando al conductor de su desgracia.
Entendamos que en el Universo el culpable no existe. Solo existen experiencias para que aprendamos de ellas. Aprendemos de los errores que cometemos. No tenemos otra forma de aprender si no es a través de irnos equivocando.
¿Qué es lo que de esta experiencia se tendría que aprender?
El atropellado tendrá dos opciones: continuar su vida amargado, sufriendo y en el papel de víctima, o aprovechar la situación para fortalecerse. Esa será su decisión.
O puede optar por una opción que lo llevará mucho más lejos. Aprovechar la situación para desarrollar su paciencia y su tolerancia, que son dos grandísimas virtudes. Aprender que esa silla no le impide ser feliz y estar en paz, ya que esos son elementos que se desarrollan en el interior, y no dependen de lo externo. Aprender a disfrutar de su vida tal como está.
Si opta por la primera no logrará mucho. Solo se estacionará en el sufrimiento y no avanzará gran cosa. Pero si opta por la segunda opción tendrá mucho crecimiento espiritual. Podrá fortalecerse y perfeccionarse. Podrá desarrollar grandes habilidades y su evolución será enorme.
Por otro lado tenemos al conductor quien también tendrá dos opciones: sentirse culpable eternamente, y como consecuencia caer en estados de depresión profunda con lo que difícilmente logrará la paz y la satisfacción en su vida. Torturarse constantemente por lo que sucedió.
O comprender que todos tenemos derecho a cometer errores ya que estamos aprendiendo. Que por ahora nos equivocamos, pero de eso se trata la vida. Y que cada quien hace lo mejor que puede, aunque se equivoque.
Podrá decidir aprender del accidente. Comprender que vivir con culpa no le sirve ni a él, ni al otro. Buscar la forma de perdonarse y comprender que la felicidad no depende de lo externo, sino de uno mismo.
La felicidad es un estado interior que ni el atropellado ni nadie le podrá quitar, porque depende solo de él.
Los dos tendrán la oportunidad de decidir. Todos la tenemos. Siempre estamos decidiendo. Puedo tomar una mala decisión, o una buena, y el resultado me lo mostrará. Pero en cualquiera de los dos casos, el resultado de mis decisiones lo tendré que asumir yo.
No nos torturemos. Los errores son solo eso, errores. Y están diseñados para que aprendamos de ellos tanto quien los comete, como quien recibe el resultado del error de otro.
No quiero decir que te descuides y vayas por la vida atropellando gente. No es a eso a lo que me refiero. Quiero decir que no te estaciones en la culpa. Es tremendamente desgastante. Se pierde mucha energía vital con ese sentimiento. Mejor reconoce que todos somos humanos y estamos aprendiendo, y para eso requerimos del error. Eso no significa que tengas que echar a perder tu vida por eso.
Repítete a ti mismo: “Cometí un error, pero la próxima vez lo haré mejor”. Y sigue viviendo tu vida. Aprende lo que puedas y equivócate mucho, ya que entre más lo hagas, más lejos llegarás. Y una vez que te hayas equivocado, reflexiona en cómo puedes aprovechar ese error, y crecer con él.
No te victimices. Si el otro cometió un error, no digas que te dañó. Fuiste tú quien se dañó al no saberlo interpretar. No fue casualidad que viveras la consecuencia del error del otro. Te correspondía, y era necesario para ti, como parte de tu destino.