En un afán por “limpiar” nuestra casa, la estamos ensuciando con químicos tóxicos, y algunos de ellos muy perjudiciales, que pueden estar afectando nuestra salud y la de nuestra familia sin saberlo.
Hablando de salud, todos sabemos que la alimentación es muy importante, muchas veces hemos escuchado la frase: “Somos lo que comemos”. Al mejorar nuestra alimentación, mejoramos nuestra salud.
Pero lo que no todos sabemos es que también hay otros factores que influyen en nuestro bienestar, hoy hablaremos de uno de estos factores: el ambiente que nos rodea, ¿qué tan limpio es el aire que respiras? sobre todo en los lugares cerrados donde estás la mayor parte del tiempo, y donde descansas, tu casa…
En un afán por “limpiar” nuestra casa, la estamos ensuciando con químicos tóxicos, y algunos de ellos muy perjudiciales, que pueden estar afectando nuestra salud y la de nuestra familia sin saberlo. Un tóxico es un compuesto que contiene un veneno. Nadie llevamos un veneno a propósito a nuestra casa.
En nuestro cuerpo está entrando un verdadero coctel de tóxicos, una mezcla de los químicos con que limpiamos, que contienen cloro (bomba de tiempo: cáncer, problemas cardíacos, endurecimiento de las arterias), amoníaco, que causa enfermedades respiratorias y de piel, aromas en artículos de limpieza y productos de higiene personal con formaldehídos y ftalatos, lavamos con detergentes llenos de fosfatos que dañan la vida acuática y nos provocan alergias, desinfectamos nuestras manos, dientes, y cuerpo con productos que contienen triclosán como antibacterial, usamos cosméticos, shampoos, cremas llenas de aromas y parabenos.
Y varios de estos compuestos químicos que hemos mencionado como el formaldehído, los ftalatos, los parabenos están catalogados por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como cancerígenos y/o disruptores hormonales (un disruptor hormonal es una sustancia que por el parecido en su estructura química imita la acción de las hormonas, sobre todo femeninas, causando muchísimos problemas a nivel de salud reproductiva, tiroides, obesidad, tumores malignos, etc).
Estos tóxicos constantemente entran a nuestro cuerpo por vía respiratoria o por la piel. Y a pesar de que estos químicos están permitidos en dosis muy pequeñitas en los productos que compramos diariamente; en los últimos años la toxicología ha descubierto que esas dosis pequeñitas, pero repetidas todos los días, por largos periodos de tiempo, incluso por años, sí tienen un impacto en nuestra salud, y más grave de lo que se hubiera pensado.
En Europa se llevó a cabo un estudio con 6,235 personas de varios países con una duración de 20 años, acerca del daño por el uso regular de productos de limpieza, se reunieron y analizaron los resultados entre 28 científicos de 9 países diferentes, dirigidos por científicos de Noruega. En febrero de 2018 se publicó la conclusión: “El uso semanal de productos de limpieza en el hogar es tan perjudicial a la salud pulmonar como fumar 20 cigarros diarios. Además, el daño se acumula con el tiempo”.
Hay personas más sensibles que otras, aunque estas sustancias tóxicas nos hacen daño a todos, es importante mencionar que los niños, las embarazadas (y sus bebés), y las personas mayores son los más vulnerables.
La lista de científicos preocupados y ocupados en éstos temas es interminable; como el Dr. Nicolás Olea, experto en químicos disruptores hormonales y Dra. Elisabet Silvestre, especialista en Biología, experta en tóxicos y biohabitabilidad; por mencionar sólo dos. Hoy en día científicos, médicos, biólogos y genetistas de todo el mundo, están estudiando la razón del incremento de enfermedades en los últimos años: un exceso de sustancias químicas tóxicas a nuestro alrededor.
Entonces, si éstos químicos pueden enfermarnos, ¿de qué enfermedades estamos hablando?
Las enfermedades ya conocidas como el cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, Alzheimer, autismo, enfermedades autoinmunes, disminución de los espermatozoides, infertilidad, problemas tiroideos… y la lista podría seguir… cada vez se presentan en mayor número de personas e incluso en personas más jóvenes. Además, en los últimos años han aparecido enfermedades que les llamamos emergentes; que antes no se conocían; como la fibromialgia, la fatiga crónica, la sensibilidad química múltiple, entre otras.
Es alarmante, y es real; algo está sucediendo.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud en 2015, en México el cáncer ocupa entre la segunda y tercera causa de muerte en la población.
Es como si nuestro cuerpo fuera un vaso que desde que estábamos en el vientre de nuestra madre ha ido recibiendo tóxicos, y algunos de estos tóxicos a lo largo de nuestra vida se han ido acumulando, algunos causando algunas alergias, sensibilidades y a veces pasa que ese vaso se llenó, y nuestro cuerpo se saturó y ya no está en equilibrio, y a veces sucede que ya con cualquier dosis por pequeña que sea, nuestro cuerpo sobre-reacciona como si fuera una dosis grande, y entonces se presenta ya alguna enfermedad, o no una en especial por el momento, sino que nos sentimos mal y nos la pasamos enfermos, con gripas, “alergias”, dolores de cabeza, falta de energía…
Hoy en día, se sabe que a pesar de que genéticamente tengamos predisposición a alguna enfermedad, los genes no son determinantes. El ambiente que nos rodea es muy importante hablando de cuáles genes se manifestarán y cuáles no.
Es decir, mejorando nuestro ambiente podemos lograr que ciertos genes no se manifiesten, a pesar de que estén en nuestras células. Este ambiente incluye desde los pensamientos, la actitud, la alimentación, qué tan saludables sean nuestros hábitos (ejercicio, descanso adecuado, si se consume tabaco, exceso de alcohol, etc.), el aire que respiramos (¿exceso de tóxicos?), las sustancias que untamos en nuestro cuerpo (productos de higiene personal, cosméticos), etc.
Así que esta es una buena noticia, y mucha responsabilidad a la vez, hay que cuidar nuestro ambiente; nuestra salud y la de nuestra familia, hay mucho que podemos hacer.
- Debemos ser cautelosos con los productos que compramos, informarnos un poco más, buscar y no conformarnos con lo que nos venden en cualquier lado. Buscar productos ecológicos sin tóxicos.
- No obsesionarnos con la limpieza, no es necesario tener un ambiente “estéril” en nuestra casa sin ningún microorganismo, también necesitamos defensas y microorganismos benéficos. Al usar Lysol y antibacteriales en exceso estamos creando “super-bacterias” que no podremos atacar con nada.
- Ventilar nuestra casa por lo menos media hora diaria, varias ventanas abiertas a la vez, eso ayudará a que los tóxicos que “flotan” en nuestro aire y no vemos, salgan de la casa. Nos libraremos un poco de ese “coctel” de químicos.
- Poner varias plantas en la casa, además de alegrarla ayudan bastante a purificar el aire, comprobado científicamente.
- Checar que los productos de uso personal e higiene no contengan parabenos ni tóxicos.
- Elegir productos que estén aromatizados con esencias naturales.