A mayor insatisfacción corporal, menor experiencia sexual.
Cuando hablamos de sexo, a la mayoría se nos vienen a la cabeza imágenes de gente joven y bella. Muchas veces por eso creemos que para tener buen sexo o para poder disfrutar de nuestra sexualidad, necesitamos cumplir con los estándares de belleza establecidos por los medios de comunicación y las redes sociales, los cuales están relacionados con el mundo de la moda, y del consumismo. Pareciera que para la cultura occidental solo existe un prototipo de belleza que se basa en la perfección inexistente, la mujer “perfecta” con un aspecto específico y un peso corporal determinado.
Vivimos en una sociedad que está obsesionada con el sexo, y cómo no, si con sexo se vende todo. Nos han hecho creer que ser sexy es lo más importante para las mujeres, y las que no lo son, no tienen de qué preocuparse pues pueden hacerse cirugía y lograr ser la mujer sexy y “perfecta” que pide la sociedad.
Hoy en día ya no nos conformamos con las cirugías faciales o corporales, ahora también queremos “rejuvenecer” nuestros órganos sexuales haciéndonos cirugías vaginales como la vaginoplastía (proceso a través del cual se busca estrechar la piel de la vagina que ha perdido elasticidad con la edad o después del parto) y la labioplastía (cirugía estética en los labios que rodean la vagina, ya sea el superior o el inferior, para cambiar su tamaño o su forma), entre otras.
Se busca hacer la vulva más “juvenil” para “mejorar” la respuesta sexual, sin embargo, los doctores no le explican a sus pacientes que algunos de los efectos secundarios es la pérdida de sensibilidad y la sensación de adormilamiento en esa zona.
En consulta veo con frecuencia que la vergüenza de mostrar el cuerpo, el miedo a la intimidad y al compromiso, la ansiedad de tener un buen desempeño sexual, los celos, así como la dificultad para comunicarse con la pareja en el acto, entre otros problemas ligados a la sexualidad, son consecuencia de una autoimagen deteriorada debido a una baja autoestima.
Es muy importante saber que la satisfacción sexual y el autoestima no está directamente relacionado con la masa corporal, sino con el autoconcepto que tiene cada persona de sí misma, si se gustan y se aceptan.
Nuestra sexualidad está influenciada por cómo nos sentimos con nuestro cuerpo. Si nos gustamos o no. Una persona que no acepta su cuerpo difícilmente va a disfrutar de un encuentro sexual. Está demostrado que si no se sienten deseadas y tienen poco deseo sexual, su inseguridad es tanta que rechazan consciente o inconscientemente el contacto sexual con su pareja.
La exigencia sexual de querer mostrar un cuerpo perfecto y ser los mejores en la cama, trae consigo angustia y nervios, llevándolos a tener disfunciones sexuales situacionales tales como poca lubricación y anaorgasmia (dificultad para llegar al orgasmo) en las mujeres, así como disfunción eréctil y eyaculación precoz en los hombres.
La exigencia sexual de querer mostrar un cuerpo perfecto y ser los mejores en la cama, trae consigo angustia y nervios, llevándolos a tener disfunciones sexuales.
En estos tiempos ya no solo se le exige a la mujer verse bien, sino también a los varones, sin embargo la presión es mayor más para nosotras. Vivimos en una sociedad donde nos inculcan la buena apariencia, pero no a sentirnos bien. Debemos de reconocer nuestro cuerpo, aceptarlo, honrarlo y agradecerle por todo lo que hemos vivido. Hacer las paces con nuestro cuerpo nos permite ver lo hermoso que es y de esa manera acariciarlo y sentir placer.
No hay nada más erótico y excitante que una persona que se acepta y se ama como es, que disfruta de su cuerpo y de sí misma.