He venido practicando deportes desde que era un niño, y creo ha sido una de las cosas que me ha sostenido para el logro de metas y sueños en otros ámbitos de mi vida…
A lo largo de este tiempo he acumulado varias medallas, en su mayoría son el reconocimiento por participar y terminar la competencia, más allá del resultado de la carrera, lo que la medalla premia es el esfuerzo de culminar algo en lo que se emprendió, así como el reconcomiendo de los meses o semanas de esfuerzo que le dedicaste para el evento de un solo día.
Una vez culminada la competencia, portas tu medalla con orgullo, y no sé, en mi caso en estos días soy el héroe de mis hijos, el orgullo de mis hermanos y la satisfacción de mis padres que probablemente para sus adentros se digan, “lo hicimos bien”. Ese día te congratulas con alguna buena comida o bebida, te premias y festejas en equipo o familia, tu medalla y tu sonrisa lo dicen todo, hoy culminaste un objetivo propuesto días atrás y te demostraste que puedes. Lo que tu medalla dice es, “soy una persona que emprende y termina, que quiere y puede, me siento orgulloso de mi”.
En mi hogar a lo largo de estos años, al día siguiente, generalmente lunes, la medalla anda rondando por mi casa algunos días quizá hasta semanas. Después de muchos días de lo que podría nombrar indiferencia o desidia, la medalla pasa a una caja, donde se acumulan todos estos trozos de metal rodeadas por un pedazo de tela de colores que indican donde y cuando obtuviste este reconocimiento.
Así que aunque parezca mentira, es como terminan mis días de entrenamiento, mis horas de poco sueño, el día de gozo y alegría que dio la competencia, y sobre todo eso que nombré en el segundo párrafo “soy una persona que emprende y termina, que quiere y puede, me siento orgulloso de mí”. Así termina, en una caja llena de polvo, en algún rincón de mi casa bien ubicado pero escondido, la caja contiene historias de esfuerzo y anhelos, está llena de lo que tú eres, sin embargo ahí la tengo yo en algún rincón, todas esas medallas esperando en algún momento del año que se abra para ser acompañadas por otras más.
Un buen día la abro, las observo con honor y esbozo una sonrisa de algún recuerdo, una satisfacción y el orgullo que me da, pasan mis hijos y quieren jugar con ellas, y les digo que no, son el esfuerzo de papa son cosas muy preciadas para mí, le comento a mi hija. Ella me ve y no le gusta que le niegue jugar con ellas, pero no dice nada, me mira fijamente a los ojos y en ese momento interpreto, que piensa “si son tan importantes para ti, ¿por qué las guardas en una caja?”, me deja pesando un rato y cierro la caja, la pongo en su lugar elegido y continua mi día.
A lo largo de mi vida, una de mis mayores incongruencias, y digo una porque tengo muchas, tiene que ver con el reconocimiento. Cuando no se me reconoce, me duele y me hace sentir claro está, poco valorado. De cierta manera hasta exijo que se me reconozca mediante algún tipo de comportamiento aberrante. Por otro lado cuando se me reconoce y hasta se me vanagloria me siento incómodo. Una parte de mi me dice que eso cae en la arrogancia, pienso que ser humilde al ser reconocido es mostrarme más de acuerdo a mis valores, así cuando eso sucede trato de huir o simplemente darle el crédito a otra persona.
Me he venido preguntando en los últimos años, qué ha sido lo que me ha hecho conflictuar con mis amigos, mis familiares. ¿Por qué no he tenido el resultado que me he prepuesto en los negocios y otros proyectos? ¿De dónde aprendí a ser temeroso e inseguro ante cosas que en el pasado hasta era osado en mis decisiones? ¿Por qué me cuesta tomar un elogio? ¿Por qué me es difícil elogiarme a mí mismo? Creo que muchos de nosotros que tenemos hijos, nos cuestionamos cosas que hacemos y nos preguntamos si estos comportamientos contribuyen a su desarrollo, y de qué forma impacta en sus valores y creencias. Y claro, cómo están impactando en nosotros mismos.
Al estar hablando con Mónica mi esposa, sobre nuestros hijos, ambos coincidíamos en la importancia de reconocer a los hijos en todos sus logros por mínimos que sean, de lo importante que son las palabras de reconocimiento para ellos en su formación y darles una guía en su autoestima, claro mientras charlábamos estábamos hablando desde nuestras carencias e insatisfacciones, pero como buenos padres estábamos diseñando un plan de cómo decirles que ser sin serlos nosotros mismos.
Estos días mágicamente me propuse a sacar mis medallas, pues valientemente había adquirido un medallero y quería colocar mis medallas en algún lugar de mi casa donde se pudiera ver. Así pues abrí la caja de las medallas, y comencé a escoger las más significativas para mí, las que serían más interesantes a la hora de que alguien me pregunte por ellas, tener una buena historia que contar. Al estar en eso pensé, cómo es que quiero guiar a mis hijos y que se sientan orgullosos de si, cuando yo tengo esta conducta incongruente al recibir un elogio. O bien como lo había pensado antes con la mirada de mi hija, cómo es que algo tan importante lo tienes guardado y no dejas que nadie lo vea. ¿Cómo vas a enseñar a reconocerse a tus hijos?, si tu no lo haces primero por ti.
Me doy cuenta que si no comienzo a reconocerme a mí mismo me será difícil ser reconocido por los demás, que si logro reconocerme, el alcance de metas y objetivos será desde una plataforma más estable y segura. Mostrarme de esta forma para mí me será más útil para la guía con mis hijos y colaboradores del trabajo. Reconociéndome a mí mismo, quizá no será siquiera necesario necesitar la aprobación de otros.
Si cada medalla representara conductas, capacidades, creencias, valores, que me sirvan para reconocerme y poder ser reconocido, dónde las colocaría en mi vida, que tendría que hacer para poderlas ver a diario y recordarme quien soy.
¿Cuántas cosas tienes en tu caja de las medallas? ¿Cuántos esfuerzos y pensamientos positivos de ti se mantienen guardados? ¿Cómo es que te apena mostrarte triunfador en tus parámetros ante los demás? ¿Cuántas buenas historias que mostrarte de ti de manera diaria permanecen en resguardo? ¿Cómo es que siendo tan valioso te contienes en una caja?
Y si en lugar de tenerte en una caja te mostraras ante ti y los demás desde la humildad pero con orgullo ¿Sí pudieras reconocerte con amor y valía, como te verían tus hijos, hermanos o amigos?