A veces nos sentimos frustrados porque parece que fué ayer que comenzaba enero e hicimos todas esas promesas de año nuevo, y hoy nos damos cuenta que tal vez no hemos concretado la mayoría de nuestros objetivos. ¿Qué ha pasado?
Hace unos días, me encontré con una amiga que hace tiempo no veía y me hizo esta pregunta:
¿Cómo va tu año? La verdad es que en ese momento solo atiné a decir: ¡Bien! Con esa costumbre que tengo de contestar en automático, sin siquiera pensar, solo reaccionando. Sin embargo más tarde, ya en pijama y con la cara lavada recordé la pregunta y me llevó a reflexionar profundo. En serio Sandra ¿Cómo va?
Aún no han pasado ni cinco meses de este 2023 y ya siento que se me acaba cada mes con una mayor celeridad. Descubro que algunas cosas las he postergado sin razón aparente, como mi gran ilusión de escribir un libro. Todavía no entreno al nivel que quiero y no he acomodado esas viejas fotografías. De inmediato, comencé a sentirme intranquila. ¿Por qué aún no lo hago? ¿Qué estoy esperando? A decirme con mi diálogo casi imperceptible: Cada año es lo mismo, no más no aprendes.
Y entonces, como no me gusta la sensación que da regalar mi paz, cambié la estrategia.
Ahora en lugar de pensar en semanas, meses y años, solo voy a pensar en el día y de ser posible, en el instante en el que estoy y desde ahí, me aceptaré sin juicios. Con la emoción que sienta en ese preciso instante, con mis sueños, con mis sombras y con todo lo que soy.
Voy a recordarme que puedo sabotear mi felicidad si no creo merecerla y que ser feliz consiste en amar este momento tal y como es. Y en este momento no existe aún ni el libro, ni el entrenamiento, ni las fotografías ordenadas y eso no significa que no soy feliz.
Me voy a liberar de los tengo que, debo, no puedo y necesito. Porque no tengo que escribir un libro: quiero. No debo ir al siguiente nivel de entrenamiento: quiero, y de ninguna manera necesito acomodar esas viejas fotografías, lo quiero hacer. Cuando digo necesito y lo cambio por quiero en cualquier oración, siento un gran alivio. ¿Tú no?
Así que decidí que no importa que ya hayan pasado algunos meses. Mi año inicia hoy, en este momento, en el aquí y el ahora fluyendo con lo que quiero, haciendo eso que tanto me apasiona, siendo feliz en el momento en que descubro que existo y respiro. Adiós a las prisas de los días, bienvenida la paz del momento presente donde nada necesita ser como no es.
Me voy a suavizar ante la exigencia que me impongo, a relajarme escuchando la música que amo o el silencio. Voy a abrir mi corazón en vez de cerrarlo cuando las cosas no salgan bien. No me voy a aferrar a una fecha, o a un calendario. Lo usaré para proponerme opciones, pero no para que me condicione. Voy a hacer planes, pero no expectativas. Voy a vivir cada uno de los días de lo que queda de este año con gratitud y apertura. Pondré todo mi empeño y aunque a veces se me olvide, seguro que algo me recordará volver a la paz. Quiero vivir, viviendo.