Mucho hemos oído hablar a lo largo de los últimos años acerca de la inteligencia emocional, expertos mencionan que para tener éxito en la vida, ésta es mucho más importante que la inteligencia intelectual.
Y no se habla exclusivamente sobre el dominio de las emociones, sino de cómo estar alerta de ellas en tal forma de potencializarlas para el desarrollo de nuestro bienestar.
Desde niños se nos ha enseñado que emociones tales como el odio, coraje, dolor, tristeza; no son emociones saludables, por lo tanto se nos ha instruido a huir, evitarlas o suprimirlas forzosamente por emociones contrarias que generen aparentemente un estado de gozo y alegría.
No es inteligente emocionalmente aquel que sabe cómo controlar o suprimir una emoción, sino aquel que reconoce sus emociones “buenas” o “malas” y logra hacer de esa emoción un estado de consciencia que lo lleve a generar una acción proactiva, una conducta generativa o un cambio de percepción de su realidad que le resulte funcional en determinado momento de su vida.
Hoy quiero hablar de una emoción aparentemente no saludable o entendida como mala, en lo personal es una de las más difíciles de reconocer, ya que muestra vulnerabilidad y una ventana enorme a la insatisfacción. Y al no ser reconocida como una necesidad no satisfecha, comienza a generar una de las conductas más destructivas de la especie humana: la crítica destructiva, la no legitimización del otro y la destrucción de los logros ajenos. Estoy hablando de la “Envidia”.
Comencemos por describir que es la envidia: “Se dice que es la reacción de dolor y enojo que intenta destruir lo que el otro tiene, cuando percibimos que ese otro, ha alcanzado algo que deseamos y que no hemos logrado”
Como lo mencione anteriormente la envidia no se declara como tal en nuestro consciente, se disfraza en nuestro pensamiento con tremendas justificaciones ajenas a nuestra responsabilidad por lo no satisfecho. Cuántas veces hemos criticado a alguien argumentando que no es porque te caiga mal o porque quieras la vida del otro, sino porque son las formas en la que el otro ha obtenido sus resultados o cosas.
Entendemos y está escrito que la envida busca destruir logros o personas, pero la inteligencia emocional nos invita a darle otro sentido; primero a poder mutar esa sensación de dolor hacia una percepción de oportunidad. Lo que la envidia puede detonar es vislumbrar esa necesidad insatisfecha y centrar la atención en lo que necesitas hacer para cubrirla.
Entonces, ¿cómo hacer que una emoción que nos lleva a la destrucción como la envidia, nos lleve a la transformación?
En la certificación de coaching del Instituto Imagine PNL & Coaching sugieren lo siguiente para lograr dicha transformación.
Como primer paso, la legitimización del logro observado en la otra persona o institución. Luego, reconocer la carencia que se detona en ti al ver lo que el otro posee. De esta forma podrás darle otro contraste a esta emoción, de manera que se vuelva generativa.
Al observar tu emoción de la envidia o desde la crítica al logro ajeno, podrás hacerte estas preguntas:
¿Qué emoción surge al ver el logro de los otros?
¿Qué deseo no satisfecho has podido descubrir a partir de la envidia que sientes?
¿Cómo podías reconocer el logro del otro y a la vez tu carencia?
El cuestionarnos ante una emoción que genera dolor, nos invita a la introspección, retar a nuestros propios pensamientos “creencias” es una forma de buscarle sentido a las emociones, sentido que si se le encausa hacia el bienestar, puede generar conductas hacia la acción para lograr esas necesidades no cubiertas.
Cuando logramos ver a los demás desde la admiración, legitimando sus atributos, bienes o logros, el contraste no es dolor, ya que al admirarlo funcionara como una aspiración o modelo, que contribuirá de manera notable a que me motive a lograr todo aquello deseado o inconcluso. Buscando en mi todo aquel potencial que tengo para mis metas y objetivos. La admiración es una fuente inagotable de posibilidades que lleva a una de las premisas de la programación neurolinguista que dice “si es posible para alguien más es posible para mí”.
Desde la metodología del coaching, la envidia es una gran oportunidad para el coach y el coachee, de encontrar una herramienta generativa, que logre detonar el potencial del coachee, hacia acciones que generen un cambio proactivo y percepciones de realidad que transformen ha estados deseados. Logrando así la conquista de metas y objetivos.
El ser humano está en constante búsqueda de mejora, en palabras menos amables, nos encontramos en constantes estados de insatisfacción. Si logramos entender que la insatisfacción busca la excelencia del ser, su transformación a tu mejor versión. Veríamos a la envidia como una emoción generadora con la cual podríamos lidiar sin tanto dolor y así reconocerla con mayor facilidad.