Cuando piensas mal, la energía de tu mente (energía vital) desciende, y esto hace que la mente se desorganice. Si piensas bien, ésta asciende y la mente se organiza.
De tu manera de pensar depende lo que sucede en tu vida:
Pensando sufres.
Pensando te ofendes y te lastimas.
Pensando destruyes una relación, y tu salud.
Pensando eres feliz.
Pensando disfrutas de los momentos.
Pensando construyes una linda relación.
Pensando desarrollas una armonía en tu interior.
Los resultados en la vida de un ser humano, empiezan siempre con su forma de pensar.
Todo inicia en un pensamiento.
Ese pensamiento determina una actitud ante la vida.
Esa actitud determina un comportamiento externo frente al mundo.
Ese comportamiento externo inmediatamente determina un resultado, positivo o negativo.
Un pensamiento negativo me produce una sensación desagradable y un rechazo hacia los demás o las situaciones.
Según cómo pienso yo reacciono. Si mi pensamiento fue positivo tendré una reacción positiva, pero si fue negativo, ahí viene un fracaso.
El pensamiento negativo llega incluso hasta enfermar al cuerpo físico
Cuando piensas mal, la energía de tu mente (energía vital) desciende, y esto hace que la mente se desorganice. Si piensas bien, ésta asciende y la mente se organiza.
De la energía vital depende si tu mente se va a las zonas de luz, o a las zonas de oscuridad.
Si estás en zonas de luz, la claridad que hay es muy alta y eso te lleva a tener una experiencia de vida muy satisfactoria.
Si estás en zonas de oscuridad, no ves las opciones que tienes. No tienes luz para actuar. A esto le llamamos depresión.
El pensamiento negativo llega incluso a enfermar al cuerpo físico, porque se producen lo que conocemos como somatizaciones.
Una persona con resentimiento, rencores, culpas, vergüenza, angustia, etc., las ordenes que le está dando a su cuerpo son de rechazo a la vida, de auto-destrucción, de no valoración.
Eso lleva a un debilitamiento del sistema inmunológico que nos hace susceptibles a cualquier enfermedad. Y a esto llegamos pensando.
Vigilar tu pensamiento debería de ser la tarea más importante para ti. Mantenerlo siempre vibrando en las zonas de luz, y no permitir que descienda por ningún motivo.
Si tu pensamiento acostumbra a irse a lo negativo, necesitas ahora acostumbrarlo a que piense sólo en amor y en satisfacción. De eso dependen los resultados en tu vida.
Esto no se hará solo. Lo tienes que acostumbrar. Dirigirlo voluntariamente hasta que sea un hábito.
Cada vez que te angusties, te desesperes o te enfurezcas tendrás un pensamiento muy negativo. Transfórmalo en un pensamiento de amor. Ahora piensa de manera diferente.
“No hay nada ni nadie que pueda impedirme a mí ser feliz”.
Sólo repite esto dentro de ti, y estarás neutralizando la negatividad de tu pensamiento.
Repítelo constantemente hasta que se haga un habito. Llegará el día que ya sea tu forma común de pensar, y te olvides del pensamiento negativo.
Que sea un hábito. Haz que a tu mente sólo lleguen pensamientos de amor y satisfacción, y verás que desde esa luz que se genera en ti, vas a percibir la vida como realmente es ¡hermosa!