El Arte de Gestionar EmocionesTu Camino hacia la Felicidad

Picture of Yuvia Cárdenas

Yuvia Cárdenas

Aplicación Mental

Hoy quiero escribirles acerca de las emociones. Empecemos con la pregunta básica: ¿se pueden controlar las emociones? Sí, se puede. De hecho, la calidad de tu vida depende directamente de tu capacidad para manejar tus emociones. Sin duda, hay días en que podemos manejarlas mejor que en otros, pero la idea es que, a lo largo de la vida, vayamos siendo más capaces de manejarlas.

Manejar las emociones adecuadamente implica conocerse, estar en conexión con todo a nivel emocional, tener una gran capacidad de acercamiento emocional a los demás y, al mismo tiempo, una gran capacidad para no sufrir cuando las cosas no salen como queremos. Darnos cuenta de esto nos permite corregir más a tiempo y agudizar nuestro oído emocional. Una investigación sobre imágenes cerebrales, llevada a cabo en 2007 y publicada en Psychological Science, encontró que nombrar las emociones de una forma más precisa ayuda a aliviar el dolor emocional.

Si conocer más acerca de nuestras emociones nos ayuda, es importante saber qué son exactamente. Las emociones, como su nombre lo dice, son e-moción, energía en movimiento, y los estudiosos concluyen que duran una media de 90 segundos en el cuerpo. Todo lo que dura más es porque, en lugar de observarlas, respirarlas y permitir que los químicos que producen en nuestro cuerpo se disuelvan naturalmente, reaccionamos y las alimentamos con más pensamientos sobre lo mismo.

Ahora revisemos lo que dice el diccionario; ahí podemos encontrar que una emoción es una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta sensación somática. Sabemos también que las emociones nos indican qué estamos pensando y sintiendo, y son un registro del pasado que nos ayuda a conocer las percepciones que hemos tenido de ciertas situaciones.

Existen emociones que se sienten bien y otras que se sienten mal. Las que se sienten mal, cuando no las gestionamos, disminuyen nuestra energía interna; las sufrimos, nos enfermamos y no estamos en armonía. Tenemos dificultad para saber cómo manejarlas porque, desde que somos pequeños, nos enseñaron a desviar la atención a algo que nos distraiga en lugar de reconocer e identificar lo que estamos sintiendo. Por esta razón, es común que reprimamos, suprimamos o evadamos lo que sentimos. Esto resulta contraproducente, ya que no solucionamos, no hay desarrollo, las emociones se acumulan, no hay liberación y, tarde o temprano, saldrán de forma violenta, afectando negativamente nuestra calidad de vida, nuestras relaciones y nuestro organismo.

Para empezar a manejar mejor las emociones, debemos tener conciencia de nosotros mismos, identificando cuáles son los factores que nos llevan a estar en modo alerta, cuáles son nuestras creencias limitantes y cuáles son las expectativas que tenemos de los demás. Es importante quitarle poder a las expectativas y aceptar que hay situaciones que no podemos cambiar, pero sí podemos tener una mejor actitud ante ellas.

También es fundamental realizar actividades que favorezcan nuestro estado de ánimo. Identificar cuáles son esas actividades que te ayudan a sentirte mejor y agendarlas en tu día a día es esencial. Algunos ejemplos de actividades que nutren el estado de ánimo son: agradecer, meditar, caminar, hacer ejercicio, dormir bien, etc. Asimismo, está comprobado que enfocar nuestra atención en lo que nos gusta favorece nuestro estado de ánimo y nos permite disfrutar de la vida con los sentidos, sintiéndonos más satisfechos.

De igual modo, es recomendable reducir el tiempo que pasamos frente a las pantallas de los celulares, ya que recibimos chispazos de dopamina y gratificación instantánea que luego resultan contraproducentes, ocasionando bajones en nuestro estado de ánimo.

En conclusión, gestionar emociones es un camino largo, diario y continuo. En la práctica, empieza con la aceptación de la emoción, situación y experiencia; obsérvala, ponle nombre, respírala para que baje su intensidad, razona que las expectativas son tuyas, enfoca tu atención en lo positivo y así ya las estás transformando. Haz una lista de todo lo que te trae paz, date permiso de cambiar de emoción y no confundas una buena gestión de emociones con minimizar lo que está sucediendo. Recuerda que no podemos cambiar nada de nuestro pasado, pero sí podemos cambiar la interpretación y aceptar lo que ocurrió.

La felicidad es una práctica que consiste en conectar con todo lo pequeño y bueno que sucede cada día y depende del sentido que cada uno de nosotros le damos a nuestra vida a través de nuestro enfoque. La felicidad no significa que no tendremos más emociones negativas, pero sí significa que tenemos la capacidad para no quedarnos en ellas y transformar nuestro pensar y sentir, enfocándonos en lo que nos hace bien. Al final, se trata de sentir y no de consentir las emociones; se trata de aprender a no absorber, sino a observar y transformar.