La palabra equinoccio proviene del latín “aequus nocte” que significa “noche igual” y se refiere a que, como los rayos del Sol se sitúan sobre el plano del ecuador, la noche y el día tienen casi la misma duración. Si estuviéramos flotando en el espacio, podríamos ver a la Tierra perfectamente dividida entre luz y obscuridad.
Pero, para profundizar más allá de los datos científicos, ¿qué representa para nosotros como seres humanos y qué podemos hacer para tenga un significado en nuestra vida?
Nuestros ancestros dependían muchísimo de los ciclos de la naturaleza y tenían una profunda conexión con ella, ellos observaban los fenómenos naturales y trataban de ir al mismo ritmo de la Tierra en torno a esos ciclos, para que pudieran sembrar y tener unas buenas cosechas, para preparase para el verano y para el invierno, y para todo aquello que conllevaba la alimentación, el clima, la ropa, los ritos, etc. Actualmente ya no dependemos tanto de los ciclos y, sin embargo, siguen representando formas de conexión sagrada con la naturaleza. Y entre más podamos contactar con esos ciclos naturales, más lo vamos a poder notar en nosotros y más fácil será fluir con todo lo que va aconteciendo en nuestra vida.
En el equinoccio de primavera se festeja todo lo que tenga que ver con la emergencia, con la fertilidad, con la abundancia y con la capacidad de renacer y de dar vida. Las culturas ancestrales lo vincularon con el rumbo del Este y con el elemento fuego, que representa el mundo de la energía vital, la fuerza, el impulso, el empuje y el espíritu. También marca el inicia del zodíaco: el Sol ingresa al signo de Aries, que está asociado al fuego y los comienzos.
Pero, sin duda, el mayor simbolismo del equinoccio de primavera nos habla de la dualidad “luz-sombra”, en la cual la luz vence a la obscuridad (los días se van haciendo cada día más largos).
Éste es un buen momento para explorar en qué áreas de tu vida puede haber más equidad para que justo la luz y la sombra estén en balance, honrando tanto al día (la luz) como a la noche (la sombra). Ambas partes son esenciales para la experiencia humana, nos complementan y nos permiten adentrarnos en un proceso de autoconocimiento.
También es un buen momento para darte cuenta de que la Tierra te muestra cada año que tu vida es un conjunto de procesos sin fin (los ciclos) y que puedes crear una realidad sincronizada con ellos. Siembra tus intenciones de prosperidad, de creación de proyectos, de inicio de nuevas etapas, para verlas crecer durante el verano y cosecharlas mas tarde en el otoño. Utiliza la energía que está disponible a tu favor para crear y manifestar la realidad que quieres.