La palabra “mezquite” parece ser de uso común en nuestra sociedad, sin embargo, pocas personas conocen todas las cualidades que este árbol posee y que lo convierten en un árbol superpoderoso.
Hace 15 años comenzó mi relación con el mezquite. Leí que la harina hecha con sus vainas además de comerse, destaca por sus propiedades nutricionales. Me pareció interesante que un árbol tan común en la zona ofreciera alimento y pocas personas hablaran de esto.
Sembré 5 mezquites jóvenes en la acera del frente de mi casa y esperé un par de años para cosechar las vainas y empezar a experimentar con ellas; haciendo harina y preparando algunas recetas. Mi trabajo y otras actividades desviaron nuestros caminos, mientras mis árboles seguían creciendo y dando cada vez más vainas.
Fue durante la maestría en Agroecología y sistemas alimentarios regenerativos que volví a acercarme al mezquite y fue entonces, cuando supe que el mezquite es considerado un árbol que contribuye a la regeneración de ecosistemas en zonas áridas y semiáridas por todas sus cualidades.
Un mezquital es capaz de proveer los mismos servicios ambientales que un bosque, pero lo puede hacer en condiciones críticas de aridez -como las del clima de La Comarca Lagunera-, en suelos contaminados, pobres o con exceso de sales.
En ecosistemas como el nuestro, con un mínimo de agua, el mezquite contribuye a regular la temperatura y conservar la humedad generando microclimas.
Sus raíces son capaces de crecer hasta 50 metros bajo tierra buscando agua, con lo que puede prosperar donde otros árboles no lo hacen. Además, aflojan el suelo y contribuyen a llevar agua al subsuelo.
El mezquite es un árbol que favorece la biodiversidad. Crea hábitats de vida silvestre por un lado, al ofrecer protección a insectos, pequeños roedores, liebres, reptiles y aves y actúa como planta nodriza al permitir que especies vegetales puedan crecer bajo su sombra protectora, por el otro.
Además, el mezquite fija el suelo contribuyendo a frenar la erosión causada por los escurrimientos de agua y los deslaves. También detiene la erosión del viento o eólica, para los laguneros conocida como “tolvaneras” .
Por otra parte, este árbol maravilloso fertiliza el suelo continuamente porque produce gran cantidad de hojas, ramas y vainas; que junto con las excretas de las aves que lo usan como percha, al descomponerse alimentan a los microorganismos del suelo, volviéndolo una alfombra de rica composta.
Pero no solo eso, el mezquite al ser una leguminosa, fija nitrógeno por sus raíces y también secuestra carbono contribuyendo a mitigar el cambio climático.
Por si fuera poco, este extraordinario árbol provee madera y materia prima para la industria farmacéutica; permite la producción de miel de abeja de su floración y es fuente de alimento tanto para animales como para humanos.
A diferencia de nosotros, nuestros antepasados conocían bien al mezquite, lo utilizaban como alimento, refugio, combustible y como medicina. En épocas pasadas los mezquitales ocupaban grandes extensiones de nuestro país. Actualmente debido al aprovechamiento desmedido para la extracción de leña y carbón -que implica la remoción casi total del árbol-, el cambio de uso de suelo y la deforestación clandestina, el mezquite está en peligro.
El conocer todo lo que el mezquite ofrece, lo poco que se le conoce y el daño que se le hace, me ha llevado a volverme su promotora. He notado que una vez que las personas conocen sus bondades, empiezan a relacionarse con él: notan su presencia en la calle, lo eligen para plantarlo en sus casas, prueban sus vainas, investigan cómo hacer harina, buscan recetas.
Me gustaría con esta breve explicación, invitarte lector, a iniciar juntos un camino hacia el cuidado y propagación del mezquite para así, estimular la regeneración de nuestro ecosistema y al mismo tiempo, disfrutar el consumo de un super alimento como lo es la harina de sus vainas; ambas cosas en beneficio de nuestra Comarca Lagunera.