“Escuché muchos insultos y gritos durante mi infancia y sufrí abuso psicológico”, confesó Marcela durante uno de los talleres. “Nunca aprendí a perdonar. Hoy como adulta, cuando alguien me ofende, pienso en ello durante días, hasta el punto de perder el sueño, continuamente tengo colitis y cada vez con más frecuencia pierdo la calma”.
En efecto, vivir con ira y rencor no nos hace felices ni es bueno para la salud emocional y física. Creemos que es un tema complicado, que hay cosas que no se pueden perdonar, o que se perdona pero no se olvida. Falso.
Según los investigadores, ¿qué les sucede a quienes no saben perdonar?
·Permiten que la ira y la amargura dañen su relación con los demás, lo que hace que se aíslen y se sientan solos.
·Se ofenden con facilidad y sufren ansiedad o hasta depresión grave.
·Se centran tanto en la ofensa que no disfrutan de la vida.
·Sienten que hay un peso muy grande que cargan y les cansa.
·Sufren más estrés y tienen más probabilidades de padecer presión alta, enfermedades cardíacas y otras afecciones dolorosas como la artritis y la migraña.
Es simple, guardar rencor o no poder dejar atrás algo que nos hirió o dejó una huella emocional muy grande hace que nuestra vida se vea “atorada”. Que no vivamos la plenitud que merecemos porque tenemos una mochila pesada que cargar y que además nos afecta a nosotros y a nuestra gente más cercana.
Perdonar es recordar sin que te duela. Pero llegar a ese punto no es cosa rápida ni fácil, sin embargo, es más sencillo que seguirnos sintiendo así, y deshacernos de la carga emocional y del dolor que nos causan las heridas de quienes nos han decepcionado, traicionado o herido, no tiene precio.
En mis años de experiencia en el acompañamiento espiritual he aprendido que el perdón es un proceso que se da paulatinamente, no de la noche a la mañana y que requiere pasos a realizar de manera honesta, sincera y transparente y requiere de una gran introspección.
Una decisión que requiere amarnos tanto que ya no estamos dispuestos a sufrir y obstaculizar la felicidad con esas dosis de carga emocional cuando seguimos siendo “víctimas“ de algo que solo nosotros sabemos que está ahí.
“¿Cómo me pides que perdone al hombre que me hizo la vida imposible? Al que me traicionó, me fue infiel y además me agredió tantas veces?” Porque ese hombre mientras no lo perdones, seguirá controlando parte de tu vida cuando sientes esa rabia y ese coraje. Sigue controlándote.
Porque no eres feliz mientras el pasado siga estando a cargo de ti y porque el perdón solo puede otorgarse en el presente, en ningún otro tiempo.
No puedes ir al pasado y cambiarlo, pero puedes traerlo al presente y perdonarlo. Así que aquel que te dañó, aquellos que te hirieron, tienen la llave de tu felicidad en tanto no los dejes libres de tus pensamientos de rencor y venganza.
Ya sea que lo solicitemos o lo concedamos, es el fruto de un verdadero trabajo sobre nosotros: Es posible llegar a perdonar sinceramente a alguien sin forzosamente comunicárselo ya que el proceso se opera a partir de nuestra toma de consciencia. Y perdonar se vuelve un acto personal e interno.
Puedo perdonar a alguien que ya no está en este mundo o en mi vida con solo ejercitar mi voluntad de ser libre de esa carga. La libertad que eso me dará es invaluable y nadie lo puede hacer por mí.
Aquí te comparto los pasos que he practicado y compartido para un perdón verdadero.
- Reconocer el daño: ¿Cómo sabemos que tenemos algo que perdonar? Cuando sentimos dolor, daño, heridas. Pregúntate: ¿qué sucedió?, ¿quién lo hizo?; ¿qué efectos tuvo sobre mí?
- Identifica las emociones implicadas… Miedo, culpa o vergüenza, ira. Es importante que sepas exactamente qué sientes cuando recuerdas ese suceso o a esa persona.
- Exprésalo. Escríbelo, háblalo con alguien, pon una silla y sienta a esa persona (imaginariamente) y dile lo que sea necesario, sácalo de tu sistema.
4.- Hazte responsable. Tal vez creas que tú no tuviste nada que ver en eso que pasó y puede que sea así, pero ¿cuánto tiempo más seguirás haciéndote eso a ti mismo y sintiendo lo mismo que sentiste entonces como si fuera hoy? Esa si es tu responsabilidad por completo. ¿Tu voluntad es dejar de dañarte? Entonces cada que ese recuerdo venga a tu mente repite: “Te libero y me libero de los agravios del pasado. Eres libre y yo también lo soy. Ahora puedo ser feliz”.
5.-Visualiza a la persona o búscala para perdonarla. Piensa que está frente a ti y que le dices: Ya no necesito sentirme así por lo que pasó, te perdono. Si puedes y quieres hacerlo en persona está bien, si no haz el mismo ejercicio y verás que una vez que puedas hacerlo de corazón, estarás en paz.
Porque sí, el perdón nos da todo lo que necesitamos, nos abre la puerta a una vida plena. Sin embargo, mientras no perdones, la llave la tiene alguien más.