“Tu hijo debe empezar a comer HASTA los 6 meses”
“No le des huevo antes del año de edad”
“Mejor empieza a darle verduras antes de las frutas”
“El bebé debe necesariamente gatear antes de caminar”
“Todos los niños deben de caminar al año de edad”
“Señora, su hijo cumple 4 meses mañana por lo que no le podemos poner sus vacunas hoy aunque salga de viaje”
“Su bebé debe dormir en su cuarto a los 4 meses”
“Hay que enseñarlo a controlar esfínteres a los 2 años”
“El seno materno sólo sirve hasta el año de edad” Podría llenar páginas con aseveraciones categóricas como las anteriores.
Los seres vivos no saben de fechas. Se rigen por un reloj biológico que es variable, y funciona con rangos. Cuando necesitan algo, o es tiempo de hacerlo, simplemente lo manifiestan y lo hacen.
Hablemos del inicio de los sólidos, por ejemplo: si bien es cierto que es aconsejable esperarse lo más cercano a los 6 meses de edad, hay bebés que antes de esto: despiertan más seguido, se saborean lo que estás comiendo, no están subiendo adecuadamente de peso, piden más leche en el día… Todas ellas señales biológicas de que pueden empezar con papillas. Respecto al tipo, no tiene la menor importancia si es con frutas, verduras, cereales, siempre bajo la supervisión del experto, no de la gurú de moda en “Que tal Fernanda” o en el mama-chat. En este sentido, la gran mayoría de las Academias de Pediatría han relajado mucho su posición, ya permitan pronto y rápido la introducción de muchos y muy variados alimentos una vez que inicia la ablactación.
Los sistemas biológicos no se rigen pues por fechas únicas sino por ventanas, lo que hace más flexible y sabia cualquier decisión. ¿Ejemplos? La temperatura normal es de 36 a 37.9oC, el inicio de los sólidos es de los 4 a los 6 meses, un bebé se puede sentar desde los 5 a los 8 meses, una niña de 6 meses puede pesar de 5.5 a 8 kg y ser normal, la deambulación (caminar sin ayuda) se da de los 10 a los 18 meses, gatea (cuando lo hace) de los 7 a los 9, puede controlar esfínteres de los 18 meses a los 3 años, tiene frecuencia cardiaca de 120 a 160 latidos por minuto cuando nace, y así en todas las mediciones de constantes vitales. Cuando tenemos un paciente grave en terapia intensiva, el que haya una frecuencia cardiaca fija por mucho tiempo indica que está sumamente grave. Ya hasta hay algoritmos que predicen pronóstico en base a la falta de variabilidad y avisan de este problema para tomar cartas en el asunto.
La gran maravilla de ser Pediatra es saber que cada ser humano en desarrollo es único y se desarrolla diferente, dentro de rangos ya preestablecidos. Eso de estar comparando tu bebé con el de la amiga, la vecina, los de las fiestas, etc. -es sumamente común entre mamás esta conducta- es inútil y estresante. La única comparación válida es la que hagas con tu pediatra que conozca y sea experto en el desarrollo de tu querido retoño. Limitar a tu hijo a un número exacto es un error.
Estamos hablando pues, de entes biológicos que nacen en ambientes muy variados y tienen genes diferentes. No son coches saliendo en serie de una fábrica.