Hay un viaje que pocas veces hacemos o que nunca se nos ha ocurrido planear, un viaje importante y sanador.
Viajar al interior de nosotros mismos la mayoría de las veces es arriesgado. Nunca sabemos lo que vamos a encontrar. Una herida que creímos que había sanado, un recuerdo feliz que queremos volver a vivir, la responsabilidad o la culpa, la paz o el caos, nunca se sabe.
Y es que hacer turismo interior representa valentía, por eso la mayoría prefiere hacer todo de manera externa. Donde lo menos importante es qué pasa con mis emociones, mis sentimientos o mi corazón, mejor volteo a ver al de al lado, y lo culpo por que las cosas no salen como yo quiero. Mejor me entretengo con el clima y la ropa y no en mis pensamientos y acciones. Y el miedo se hace mayor cuando no he podido darme cuenta que mis sombras, mis errores o mi obscuridad también forman parte de mí y eso no me quita valía, al contrario. Así que antes de emprender el viaje habría que tomar en cuenta que soy todo y eso está bien.
Ahora que serán vacaciones (al menos en el calendario) toma tus maletas (eso que estas cargando, eso que te pesa y ya no quieres conservar) y emprende el recorrido primero por tu mente para entender que eso que piensas después será una palabra, una acción y un sentimiento, así que revisa si lo que estás generando es lo que quieres, luego viaja por tu cuerpo para entender qué te está queriendo decir con ese malestar en el estómago o esos dolorcillos de cabeza. Y has un itinerario largo cuando pases por el corazón, porque ahí hay que turistear bastante. ¿Cómo luce? ¿Le has dedicado tiempo, música, canciones? ¿Ya no tiene ruinas de la última decepción?
Otra de las maravillas que nos aporta este viaje es re-conocernos porque hemos ido cambiando con los años y quizá no reparamos en que ya no tenemos esa creencia en la muerte que tanto miedo nos causaba y ha sido sustituída por otra que genera paz. Quizá no me he dado cuenta que ya no me gusta un alimento que antes era mi favorito o que ahora sí entiendo algo que hace meses o años era imposible de aceptar. Que he tenido logros, amor, subidas y bajadas ¡que he vivido!
El viaje interior es un destino que varias veces por año, valdría la pena visitar. Somos cada uno de nosotros, los que daremos mantenimiento, aseo, orden y atención a cada una de las estaciones por las que viaja nuestra existencia y quien sabe, tal vez al hacerlo encontremos eso que tanto andamos buscando, porque sí, la felicidad es algo interno, no algo que me dan las cosas, los demás o las situaciones, bien dicen por ahí que si ves el mundo hermoso es porque en tu mente, en tu corazón y en tu cuerpo ves hermosura, si solo ves fealdad, malicia, miedo y negatividad, es porque la estás generando.¿Qué quieres ver?