HEARTMATH

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Erika Landa

Psicoterapeuta Entrenador certificada del Instituto de HeartMath

Aquí entre nos…..

Cada vez estoy más convencida de que los temas de la salud mental como la depresión o la ansiedad debieran de llamarse más bien de salud emocional. Y cada vez estoy más de acuerdo con quien afirma que este problema es básicamente un problema de estrés y de desconexión, afirmación que resulta paradójica en una cultura “hiperconectada gracias a la tecnología y a las redes sociales”.

La historia comenzó hace casi seis años cuando por quinta vez comenzaba yo un tratamiento farmacológico indicado para lidiar con un trastorno de ansiedad mismo que terminó generando en mí una depresión bastante aguda.

Las circunstancias de la vida entonces no daban para menos, pero siendo psicóloga ¿no se suponía que yo podía lidiar con mis asuntos sin caer en semejantes estados? La verdad es que no. Ni aun siendo psicólogos podemos librarnos de este tipo de problemas y es que la verdad tenemos una pésima cultura emocional. Pensamos que las emociones son solo eso y que, en el mejor caso, cuando nos pasan, podemos “controlarlas” de alguna manera y que lo demás queda en manos de Dios y a expensas de un ¿cerebro?, que esperamos que no se descomponga demasiado con los vaivenes de la vida.

En ese entonces el Doc, con toda razón me dijo que debería conformarme y aceptar el hecho de que debería de tomar medicamento psiquiátrico toda la vida. Dicen que las bendiciones a veces vienen envueltas en el papel de la tragedia y ese fue el caso ya que, haciendo la convalecencia a tal estado, en casa de una amiga, encontré en una vieja caja de mi pertenencia un dispositivo de “bio-retroalimentación de la variabilidad de la frecuencia cardiaca” que comencé a utilizar por horas ya que no tenía en ese entonces, nada mejor que hacer.

Me fui recuperando con una rapidez inusual y además de eso, en esta ocasión el alcance de la sensación de bienestar era mucho más profundo e intenso que en ocasiones anteriores. El medicamento era el mismo de siempre, sin embargo, estaba yo sintiéndome inusualmente conectada conmigo misma y la sensación de bienestar con la que practicaba día a día ayudada del dispositivo de bio-retroalimentación se sostenía de manera cada vez más natural. No, no era solo el medicamento….

Practicar respirar enfocando mi atención en el corazón y generando una voluntaria, pero genuina sensación de bienestar estaba haciendo que mi recuperación fuera más rápida y de mejor calidad.

Por supuesto vi la marca del mentado dispositivo y leí HeartMath…. abrí mi servidor y descubrí que la marca era el nombre de un Instituto que llevaba casi 30 años estudiando la fisiología del estrés y las emociones, y que impartía diferentes certificaciones relacionadas con el tema. Como esto de las clases en línea era nuevo para mí, y no sabía qué esperar, me inscribí a la más económica en ese entonces y lo que encontré fue una joya de programa científicamente respaldado, simple, práctico, aterrizado y que mostraba desde la evidencia su efectividad. No, no era un efecto placebo lo que experimentaba, me había puesto a hacer mi tarea. A los pocos meses regresé con el Doc, le platiqué y le pedí que me acompañara a dejar el medicamento…ya pasaron seis años de eso y he desarrollado una enorme fortaleza interna desde entonces, gracias a esta joya de programa del que a continuación les voy a platicar un poco.

Como les había compartido, el Instituto HeartMath fue fundado hace treinta años por un grupo de fisiólogos, psicólogos, científicos e ingenieros que querían saber que era lo que necesitaba suceder en nuestro cuerpo para que pudiéramos no solo funcionar de forma óptima sino para que pudiéramos experimentar un estado de bienestar sostenido.

Valiéndose de una serie de hallazgos anteriores y monitoreando al sistema humano con tecnología moderna fueron capaces de confirmar que nuestro corazón no solo es un músculo que bombea sangre a todo el cuerpo, sino que tiene muchas otras funciones y que sí es determinante en el funcionamiento de nuestra corteza prefrontal (la parte de nuestro cerebro que se encarga de nuestras funciones ejecutivas, sintetizar, analizar, abstraer, etc.) Y dependiendo del patrón de la variabilidad de la frecuencia cardíaca es fácil determinar el grado de estrés de una persona, su flexibilidad psicológica, el tipo de emociones que está experimentando y por supuesto su estado de salud.

Pero lo más formidable es que a lo largo de los años ellos han desarrollado una serie de técnicas y protocolos para que cualquier persona pueda regular el patrón de la variabilidad de la frecuencia del corazón para fortalecer su resiliencia emocional, mejorar su capacidad cognitiva y por supuesto su salud en general.

Estos protocolos están diseñados para enseñar a distintos grupos de personas, hay programas para niños, para manejo de trauma, para adolescentes, deportistas…he tenido la fortuna de ser parte de un entrenamiento a policías en Colombia y ahora estamos corriendo un entrenamiento en una unidad de Terapia Intensiva en Mendoza, Argentina y los resultados siguen sorprendiéndome. Me emociona escuchar que alguna persona dejó de responder con violencia a alguna situación estresante, o que alguien más ha podido volver a conciliar el sueño con facilidad o que la comunicación en una relación de pareja ha mejorado. Cualquiera diría que estas cosas que menciono requieren de intervención psicológica y/o psiquiátrica, pero yo les aseguro que no siempre y que aprendiendo a regular nuestra fisiología y a gestionar nuestra respuesta emocional, las intervenciones psiquiátricas y psicológicas son más efectivas y duraderas.

Los invito a echar un ojo en HeartMath.com, tienen mucha información gratuita que puede ser de gran utilidad para todos.