La fuerza del bien

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Lorena Sada Martínez

Lic en Comunicación y Educación Experta en Inteligencia Emocional Instituto Resilia IAP

Hace poco leí la parte del libro de los Miserables donde Jean Valjean, personaje principal de la novela de Víctor Hugo, llega a casa del obispo del pueblo y en su inseguridad y resentimiento de haber pasado años en la cárcel maltratado, humillado, golpeado y hundido en un mundo emocional oscuro, en vez de dejarse ayudar, roba unos cubiertos y se escapa del buen trato…


La policía lo encuentra y lo enfrenta al hombre que lo trato de ayudar, con vergüenza en la mirada, con la seguridad de que no era capaz de hacer algo bueno con su vida, espera la acusación y el castigo de su mala decisión y se topa con la reacción más insólita, a lo mejor hasta más absurda que podían ver sus ojos,  que fué la bondad de un hombre que volvió a creer en él cuando ni él mismo creía. La fuerza del bien es el mayor regalo que podemos darnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean. El hacer el bien tiene la capacidad de transformar nuestro mundo emocional y social.

El hacer el bien tiene muchos beneficios físicos y emocionales:

• Tienes más tiempo y más calidad de vida: Está comprobado que las personas que ayudan a los demás, que hacen algún tipo de obra social o voluntariado viven cinco años más que los que no lo hacen.

• Mejora tu salud: Según la neurociencia la dopamina interviene en los procesos de gratificación. Al ayudar a los demás el cerebro libera neurotransmisores como la dopamina que no sólo quita el estrés, también ayuda a sentirnos alegres, tranquilos y con una visión positiva del mundo.

• Aumenta nuestra autoestima y seguridad personal: El sabernos útiles y capaces de ayudar a otros nos ayuda a valorarnos y sentirnos bien con nosotros mismos.

• Nos da una mayor inteligencia emocional: Nos permite ponernos en el lugar del otro, ser empáticos. La empatía es uno de los elementos fundamentales de la inteligencia emocional ya que nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos y actuar considerando a los demás.

• El bien atrae al bien: Basta con ver que alguien hace una obra buena para que empiece la cadena. Normalmente pagamos un acto de bondad con otro igual o más grande.

• Recibir un acto de bondad te hace más digno: El dejarse ayudar también entra en esta fuerza del bien, el aceptar un piropo, una ayuda económica cuando la necesitamos, que nos ayuden a levantarnos cuando nos caemos, nos hace experimentar nuestro valor como personas.

Hay tantas formas de hacer el bien que a veces se nos pasan por estar esperando el hacer algo grande. Todo ser humano tiene la necesidad de trascender, de dejar huella, de ser aceptado, y reconocido, y se nos olvida que con las pequeñas cosas, esa sonrisa en la mañana a nuestros seres más queridos, el reconocer el esfuerzo de un hijo, de un amigo, de la persona con la que compartes tu vida, el hacer un comentario positivo en un ambiente de crítica y de pesimismo, el escuchar a alguien que te necesita, el dar las gracias, un abrazo, un te quiero, una llamada… Se va trascendiendo, se va transformando una realidad, y se va dejando una huella tan profunda y con tanta fuerza que nos hace vivir plenos.

Pero también están esas oportunidades de hacer ese algo grande. Torreón es la ciudad de México con más asociaciones civiles de asistencia social, personas que se han comprometido con una necesidad y han querido hacer un cambio y por eso tantas pollocoas, bingos, bazares, rifas, etc. Ahí también podemos ayudar como voluntarios o con ayuda económica.

No nos cansemos de hacer el bien porque no sabemos la fuerza que tendrá ese acto en los demás. Una pequeña obra puede cambiar la vida de una persona, sentirse querida, aceptada, con esperanza, como Jean Valjean. Por eso cuando nos encontremos con la posibilidad de ayudar a alguien, no la desaprovechemos. Aunque no lo conozcamos, aunque no nos lo agradezcan. Al ayudar, no sólo beneficiamos a quien lo necesita, nos ayudamos a nosotros también.