Pensamos todo el tiempo. No hay ningún momento del día en el que no estemos pensando y al estar pensando estamos manifestando nuestras experiencias, pero nadie nos dijo esto cuando estábamos chiquitos y nadie nos enseñó que antes de una decisión, un comportamiento y una emoción está un pensamiento.
Podemos empezar a compartirles a nuestros hijos desde que están chiquitos información muy valiosa con respecto a la actividad más importante de nuestra vida que es pensar. Empecemos con explicarles que a diferencia de otras formas de vida, nosotros tenemos el privilegio de elegir qué pensar y eso lo podemos hacer si primero nos damos cuenta qué es lo que estamos pensando.
También podemos enseñarles que cuando pensamos nos formamos imágenes y que tenemos la capacidad de imaginar y visualizar nuestros deseos y nuestros sueños que queremos cumplir.
Estos dos puntos básicos pueden ser el punto de partida para que ellos despierten su conciencia consciente y vayan registrando lo que piensan y lo que sienten.
El tema de la mente y su actividad única de pensar y manifestar es muy extenso pero aquí te comparto 2 técnicas muy fáciles de hacer que pueden ser de mucha utilidad para que las empieces a practicar con tus hijos.
La guía emocional
Esta es una actividad que se puede hacer en familia y la pueden hacer 3 veces al día. Una en la mañana ya sea a la hora de despertarse o cuando están alistándose para irse a sus actividades o en el camino al colegio. Otra vez puede ser en el camino de regreso a casa o antes de comer y una última en la tarde o antes de acostarse.
La práctica consiste en que nos detengamos por 1 minuto a observar en qué estaba pensando cuando empecé a hacer este ejercicio y qué estoy pensando durante este minuto que dura la actividad y a la vez observar también cómo se sienten mis pensamientos. Podemos compartir qué fue lo que observé y cómo me siento.
El objetivo de esta práctica es que desde temprana edad nuestros hijos empiecen a darse cuenta de qué piensan y cómo se siente eso que piensan y sienten y que retomen su poder al cambiar los pensamientos que no les gustan por pensamientos que sean más positivos y constructivos.
Es muy sencillo, por ejemplo si ya se cacharon pensando que no pueden, cambiar el “no puedo” por el “sí puedo y estoy practicando para cada vez ser mejor”.
Otro ejemplo de cómo podemos cambiar nuestro pensamiento puede ser cuando nos demos cuenta que nos da flojera hacer alguna actividad, en lugar de pensar “qué flojera ir a entrenar o hacer la tarea” pueden elegir pensar “qué padre que tengo tanta energía y puedo hacer el deporte que me gusta y que puedo sentirme muy bien conmigo cuando hago mi tarea y la entrego a tiempo”.
Pantalla de visualización
Esta segunda técnica la pueden hacer cuando ya están acostados y listos para dormirse. Al cerrar los ojos deben imaginarse cómo se enciende una pantalla grande como de cine enfrente de ellos y visualizar 3 deseos que ellos tengan en su corazón. Se visualiza un deseo a la vez. Entonces hay que encender y apagar la pantalla 3 veces.
Para comenzar cerramos los ojos y hacemos una respiración profunda, después encendemos la pantalla imaginaria y como una película nos vemos a nosotros mismos cumpliendo nuestro primer deseo y cuando lo veamos muy claro y lo sintamos en el corazón apagamos la pantalla y nos vamos al siguiente deseo. Y así lo repetimos con los otros dos deseos.
Estos deseos deben sentirse bien y ser buenos para nosotros y para los demás.
Aquì tienen estas 2 técnicas que aunque parezcan sencillas son de mucha fuerza porque desde chicos nuestros hijos pueden ir comprobando que ellos tienen el absoluto poder de su mente y no al revés.
Deseo de corazón que las practiquen y vean por ustedes mismos los resultados. Recuerden que el desarrollo es progresivo y que la clave es la consistencia y la práctica, no hay que caer en la trampa de querer que los resultados sean de un día a otro.
Hacer las cosas por amor a mi y a los demás y con paciencia siempre tendrá un buen resultado.