Esta ciudad brasileña localizada en el Amazonas, de dos millones de habitantes, puede ofrecernos una idea de lo que nos depara los siguientes meses si bajamos la guardia en las medidas de protección contra COVID 19.
Los antecedentes: Esta población fue unas de las más afectadas tempranamente por la pandemia el año pasado, en Mayo para ser mas exactos. Fue la primera ciudad del mundo en tener que cavar fosas comunes por la gran cantidad de muertos -80 al día-. En los meses siguientes, los casos empezaron a disminuir de forma paulatina y constante. Muchos expertos en ese país (estaría de acuerdo con la Dra. Laurie Ann Ximénez-Fyvie, lo mismo ocurrió con nuestras autoridades nacionales en salud) vaticinaron que la famosa “inmunidad de rebaño”- a costa de una alta mortalidad y secuelas de todo tipo-, iban a proteger a esa ciudad y a ese país al haber ya un gran número de personas infectadas y por lo tanto ya inmunes.
Luego, en Septiembre, aparece un artículo -que no fue revisado ni comprobado por otros investigadores- en donde se hacen muestras de anticuerpos a donadores de sangre de dicha comunidad encontrándose una cifra del 74% de sujetos ya con defensas. Esto, junto con la aparición de reportes en diversas revistas de prestigio de una duración de la inmunidad mayor a 6 meses, hizo que las autoridades y sociedad de esa región y país –hay que recordar que junto con México y los Estados Unidos, Brasil ha sido un ejemplo mundial de lo que NO se debió haber hecho, y que por ello formaremos parte del lado equivocado de la historia- relajaran las medidas de protección. La actividad social, la movilidad y la apertura de comercios aumentó hasta la semana previa a Navidad, cuando se empezaron a detectar nuevamente casos en cantidad preocupante.
¿Suena parecido?
Resultado: Una segunda ola con una nueva mutación (P.1) la cual en Enero de este año fue peor que la primera, elevando a 100 el número de muertos diarios, agotando los lugares de hospital, tanques de oxígeno y todo lo que ya sabemos y hemos visto en nuestras ciudades.
Hay varias explicaciones para lo anterior, que por sí solas o en combinación pueden ser las responsables:
- La inmunidad no es tan permanente o tan eficaz como se esperaba.
- Las nuevas variedades son más contagiosas y mortales, y las defensas adquiridas con la cepa original no son tan eficaces contra ellas. Ya se demostró que dicha cepa brasileña es la dominante en esa nueva ola en Manaos.
- El estudio mencionado tuvo muchos errores y los datos no eran realmente confiables.
- Se requiere mucho más del 80% de la población con inmunidad (vacuna o infección natural) para cortar la transmisión y salir de este problema mundial.
- Se relajaron las medidas muy pronto y muy rápido pensando en que ya había inmunidad de rebaño.
A estas alturas, esa ciudad sigue rebasada en todos los frentes por esta nueva variante de COVID 19. Está recibiendo ayuda de dentro y fuera del país.
No hay oxígeno medicinal. Siendo Manaos la ciudad capital de un estado en el Amazonas, se teme que las poblaciones indígenas en el interior de la selva sufran mucho más que una urbe que en teoría debería haberse defendido mejor.
Con lo anterior, no es tiempo de relajar las medidas en ningún lugar del planeta. Hay que aprender de estos tristes acontecimientos. En un país y una zona como la de Latinoamérica en donde no se sabe a ciencia cierta que variantes andan circulando, el socializar como si ya hubiera pasado lo peor puede tener consecuencias funestas. Ya lo vivimos en Octubre y en Enero en México. Todo el continente europeo, principalmente Inglaterra, está reportando la nueva variante B. 1.1.7 como la dominante; en Estados Unidos se predice que a mediados de Marzo dicha cepa también será la más prevalente. Todos tenemos familiares, colegas, amigos que o tuvieron un cuadro grave o fallecieron. Si bien es cierto que el número de casos, muertes y hospitalizaciones han disminuido levemente, esto es aún un asunto que aún requiere de que nos sigamos cuidando.
Finalmente, poco a poco, saldremos adelante.
Fuente: https://www.medrxiv.org/