En el momento que buscaba la meditación en mi vida, sentía que debía haber una forma más amorosa y profunda de experimentar la vida misma.
Sí, me refiero a todas esas cosas que elegimos hacer el día a día, formar una familia, realizar un trabajo, una vida social, y que al llevar todas esa cosas a cabo se vuelven rutinarias y cansadas, se vuelve como una transacción, sin tener mucha ganancia al final del día.
Así que opté por la meditación, aunque desconocía todo de ella.
Pensaba, será poner la mente en blanco, ¿será como guiar a la mente a un estado mayor? ¿cómo se logra eso? Pasaban muchas cosas por mi mente, pero algo en mi corazón me mostraba, la meditación es el camino, esa vocecita sutil – intuición.
Así empecé este camino con todos los cambios y ajustes que implican esfuerzo para acomodar ese espacio en el día a día. Fui muy persistente, la mente quiere hacerte desitir cada día con un diferente pretexto.
Tome cursos, talleres, y diplomados sobre meditación, me encanta aprender siempre.
Luego instalé un espacio especial con todo lo necesario para la práctica diaria, una silla especial, mis velas e inciensos y sobre todo el aprendizaje a aplicar en ese momento, mucha disposición, respiración profunda que es básica, postura del presente y mis meditaciones guiadas como el escalón básico de meditación.
El primer regalo maravilloso para mí, fue encontrarme día a día conmigo misma y empezar esa conexión que no nos enseñan en ningún momento, me ayudo a ponerme en primer lugar, a respetarme y comprometerme con mi bienestar por mi misma.
Luego viene poco a poco la experiencia de la meditación que cada día es y será diferente, conforme a nuestro momento de vida, a veces aporta claridad, otras voluntad para tomar alguna decisión, otras, llegas a tu centro donde la experiencia es majestuosa, se siente una paz infinita, no hay muchas palabras para explicar esa experiencia. También utilizo ese espacio donde calmo mi mente para observar esas creencias límite, eso miedos o resistencias y confrontarlas amorosamente para actualizarlas por voluntad.
Sientes cada vez mayor libertad interior, fuerza y voluntad. Siempre dicen que “El maestro aparece cuando el discípulo está listo” a veces queremos el maestro afuera mostrándonos el camino a seguir, para mí ha sido mi voz interior que después de aquietar la mente es más fácil escuchar, sentir y discernir.
La experiencia del momento de meditar es reconfortante en todos los aspectos, físico, mental y emocional, es una expansión cada día, y se extiende en cada momento a la hora de las actividades que realizas ya empiezas a notar los cambios en cada detalle por estar en presente y en calma, empiezas a contemplar las pequeñas cosas dentro y fuera de ti, (saboreas la comida) (conectas más con las personas )(tienes mejores ideas). Dejas de alimentar a ese ego- mente que te separa de tu esencia.
Esa fuerza te hace elegir tu respuesta y no tu re-accionar desde el miedo. Comienzas a observar beneficios en tu salud, te mantienes en relajación y tu mente tranquila.
Vas superando obstáculos, te sientes más cómoda en tu propia piel. Luego las personas que veo y son cercanas a mi me dicen: “Suena muy fácil y mágico, “pero ¿será?”. Un paciente me dijo un día , no es magia, pero sucede la magia cuando te dispones a hacerlo, y sí, coincido que la magia empieza a suceder con cada decisión que tomamos para nosotros desde el amor, con compromiso y convicción.
Tienes mucho más que dar a todos tu alrededor si estás en conexión con tu corazón donde reside tu mayor poder, sabiduría y amor incondicional.
Así la vida se vive más profundamente, es como mi corazón me decía en algún momento pudiera ser, es un camino maravilloso que implica todo un proceso y esfuerzo constante, pero aprendes a entender la dualidad en la que caminamos como seres humanos y siempre hay un sí de cómo vivir lo que tu corazón anhela.