Lactancia materna: el primer hilo invisible de amor

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Equipo Bienesta Nathaly Marcus

En colaboración con el Instituto de Salud Funcional Mente y Cuerpo

Hay algo mágico que ocurre cuando una madre abraza a su bebé por primera vez. En ese instante, sin palabras, se crea un lazo profundo que no necesita traducción.

Y muchas veces, ese lazo se fortalece a través de la lactancia: un acto tan natural como poderoso, tan íntimo como universal.

Durante la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que se celebra cada año del 1 al 7 de agosto, queremos hacer una pausa para honrar este regalo de vida que tantas mujeres entregan, pecho a pecho, día y noche, con amor, entrega y valentía.

Más que leche: protección, consuelo y conexión

La leche materna es perfecta. Cambia con el tiempo para adaptarse a lo que el bebé necesita. No solo alimenta, también calma, consuela y protege. Está cargada de defensas, de nutrientes, de sabiduría biológica que no se puede replicar. Cada gota es un escudo contra enfermedades, un impulso para el desarrollo del cuerpo y el cerebro, y un abrazo cálido que viene desde dentro.

Pero más allá de los beneficios médicos —que son muchísimos—, la lactancia también es un lenguaje silencioso entre madre e hijo. Es piel con piel, mirada con mirada. Es el arte de nutrir con el cuerpo, sí, pero también con el alma.

También sana a la madre

La lactancia no solo es buena para el bebé. También cuida a la madre. Ayuda a que el cuerpo se recupere tras el parto, reduce el riesgo de ciertas enfermedades como el cáncer de mama y ovario, y sobre todo, fortalece el vínculo con el bebé. Amamantar también es un refugio emocional, un espacio de encuentro en medio del caos de los primeros días, donde todo lo que importa es ese pequeño ser que descansa en el pecho.

Y aunque no siempre es fácil —porque a veces duele, cansa o se llena de dudas—, cada intento, cada gota, cada momento cuenta. La lactancia no es solo “todo o nada”. Es amor, incluso cuando se mezcla con lágrimas, cansancio o decisiones difíciles.

Amamantar no debería ser un acto de valentía

A pesar de lo natural que es, muchas mujeres necesitan apoyo para amamantar. Necesitan tiempo, información, espacios seguros, comprensión y redes que abracen, no que juzguen. Porque criar no debería ser un camino en soledad.

Por eso, esta semana no solo se trata de celebrar a las madres que amamantan, sino de comprometernos como sociedad a crear un mundo donde todas puedan hacerlo si así lo desean. Sin culpa, sin presión, sin barreras.

Porque la lactancia es dar más que alimento…

Es dar calma en medio del llanto. Es decir “aquí estoy” sin necesidad de palabras. Es sostener con el cuerpo lo que el corazón ya sabía desde antes de nacer: que el amor también se transmite de pecho a pecho.