Cualquier pensamiento, palabra o acto se basa en una emoción, y esta emoción generará más pensamientos, palabras y actos. Un ciclo sin fin.
Ya estamos por terminar este año. Nos quedan unos cuantos meses para cerrar nuevos aprendizajes, experiencias y cambios.
¿Qué emociones han predominado este año? ¿Has podido observar cuáles son los pensamientos cómodos e incómodos que han permanecido más tiempo en tu mente?
Y es que no importa la fecha ni si estamos al principio o a la mitad del año; siempre es vital vigilar la mente para saber qué estamos creando, porque los pensamientos crean. La mente los recibe sin saber si son ciertos o no, y a partir de ese momento forman parte de nuestra vida: comienzan a sembrarse en el comportamiento, en las palabras y en todo lo que sucede.
Por eso me gusta mucho esta frase que dice: “Lo que no está en tu mente, no existe en tu vida.”
¿Qué queremos que exista en nuestra vida? Amor, paz, abundancia y salud, por ejemplo. ¿Cuántos pensamientos al día tengo que incluyan estas emociones? ¿Pienso en ellos o, generalmente, me encuentro en el estrés, la prisa, el enojo o la frustración?
A veces, de forma inconsciente, estamos sembrando y germinando todo lo que no queremos ver en nuestra vida, porque lo estamos pensando constantemente. Y puedo asegurar que ahí donde pones tu atención, ahí pones tu fuerza.
Es importante, para nuestra salud mental, estar atentos a lo que nos dicen nuestros comportamientos y nuestro cuerpo a través de las emociones. Detente y observa: ¿qué estoy pensando que me llevó a esto?
Acompáñate sin juicios a sentir eso y a detener la mente. Si hay algo que te está incomodando, si estás regalando tu paz (porque la paz no nos la quita nadie, la regalamos), entonces detente. Siente lo que está pasando, respira y no dejes que la mente te cuente nada. Respira y suelta.
Y una vez que recuperes la paz, cuando estés en calma sin que la emoción se haga cargo de ti, ve hacia adentro y pregúntate:
¿Qué pensamiento me llevó a esta emoción, o qué emoción me llevó a este pensamiento?
Y sin juzgarte ni hablarte feo, tratándote como a la persona que más amas, suéltalo diciendo: “Seguro que la próxima ocasión lo haré mejor.”
Hoy quiero dar las gracias a esta revista por permitirme compartir con otras personas lo que me ha ayudado en mi proceso. Gracias por hacer su parte en propiciar la salud física, emocional y mental.
¡Que vengan muchos años más!
