“Sólo se volverá clara tu visión cuando puedas mirar a tu propio corazón. Porque quien mira hacia afuera sueña, y quien mira hacia adentro despierta” Carl Jung.
¿Qué tal si te arriesgas?
Que tal que dejas de buscar afuera esas respuestas que solo se encuentran dentro de ti, en tu historia, en la reconexión con tu niña interior. Muchos adultos nos ocupamos por crecer, por sobrevivir y guardamos en los rincones más oscuros del corazón a la niña que fuimos. Si estas leyendo esto es porque seguramente es tu momento de hacerte cargo de ella y sanar tus heridas emocionales.
Comenzaré por presentarte a tu niña interior. ¿Quién es? Es la parte de ti que guarda las experiencias, buenas o malas, que viviste cuando eras niña y cómo las sentiste y viviste desde tu mirada infantil y la fragilidad de tu mundo. Almacena todas las situaciones, las que no pudiste resolver o reparar y que son el cimiento de muchos de nuestros miedos y heridas emocionales; y aquellas que formaron nuestra autoestima que nos dieron fortaleza y confianza.
Tu niña interior aparece en forma de emociones, sentimientos y pensamientos al vivir situaciones iguales o similares a aquellas significativas en tu infancia. Algunos ejemplos serían la sonrisa y la paz que sientes instantáneamente al oler el perfume de mamá o el miedo que te da decir no porque en casa era una falta de respeto hacia tus padres.
Cuando tu niña interior surge comienzas a actuar, pensar y sentir como cuando eras niña. Todas las justificaciones, limitantes, explicaciones y sentidos que le has dado a las cosas como adulta, quedan invalidadas. Ella suele aparecer sobre todo ante situaciones que fueron dolorosas, la marcaron y crearon en ella una herida.
Ahora saber que cuando has actuado impulsivamente, con reacciones desbordadas, irracional, insegura, berrinchuda e infantil (como niña) es porque tu niña interior herida esta interpretando el suceso actual como algo igual o similar a aquello de tu pasado y reviviendo las experiencias previas no resueltas. En el fondo dejará de tratarse de la amiga de la universidad que te ganó al galán (que ni te gustaba tanto) y te regresa a los años en que luchabas con tu hermana por la atención de papá. Esto no quiere decir que a cualquiera de nosotras no nos molestaría, pero si tu tienes esa herida de tu infancia, tu reacción será desbordada y muy intensa.
Las 5 heridas de la infancia según Lise Bourbeau y de las que seguramente hablaremos a detalle en otra ocasión son rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia.
En la siguiente tabla puedes ver qué situaciones las crearon y cómo afectan en tu vida adulta.
Ahora que ya sabes qué es la niña interior, cómo y cuándo se expresa y hasta puedes identificar sus principales heridas, es momento de reconciliarte con ella. Tal vez tu aún no lo sabes, pero todo aquello que le hizo falta a esa pequeña allá en tu infancia, lo puede encontrar en una sola persona: la adulta que hoy eres.
Comienza por buscar una foto de ti cuando eras pequeña. Cierra tus ojos, respira y ve aparecer frente a ti a esa pequeña niña. Presta atención a los detalles de la ropa, a su cabello, a su rostro. Mírala bien. Háblale, pregúntale qué le pasa, qué necesita, cómo se siente.
Ahora es tu turno. Mírale a los ojos y con voz tranquila dale respuesta a sus necesidades e inquietudes. Explícale que no es que mamá no quisiera pasar tiempo contigo, que lo que pasa es que papá no estaba y ella era el sostén de la familia o que simplemente mamá también estaba herida y no supo cómo demostrarle su amor. Háblale un poco más, dile que de ahora en adelante nunca más estará sola. Dile que de ahora en adelante tú siempre estarás allí para ella, para cuidarla, para protegerla, para darle el amor, el abrazo, la atención, el respeto y la aceptación que le hizo falta. Háblale desde tu corazón sin dejar de verla a los ojos. Tú mejor que nadie sabes lo que necesita escucharte decir. Ahora abrázala y en ese largo y profundo abrazo fúndanse una en la otra. Haz esto cada que lo sientas necesario.
Ahora escribe la historia de tu infancia. Tómate tu tiempo, ve a tu ritmo. Puede que te topes con fragmentos de tu vida que no recordabas y esta bien. Si lo estas recordando es porque así lo necesitas. Conforme avanzas en la escritura permítete sentir todo. Esta bien si por momentos estas molesta con mamá o papá. Reconoce los aciertos y errores que tuvieron. Entender por qué hicieron lo que hicieron no cambia el hecho de que a esa niña le hizo daño. Ellos son tan humanos como tú y tienen sus propias carencias y heridas. Siente todo y déjalo expresarse.
Ahora, mas consciente de tu historia y tus heridas perdónalos y perdónate. No es necesario que lo hagas directamente con ellos. Puedes hacerlo por medio de una carta.
Y por último, cumple diariamente las promesas que le hiciste a tu niña interior. Cuida tu diálogo interno. ¿Qué te dices cuando algo sale mal? Háblate a ti mismo como si le hablaras a una niña pequeña que cometió un error. Cuídala y respétala. Sánate haciendo lo opuesto a tu herida. Por ejemplo, si tienes herida de abandono, asegúrate de no abandonarte a ti misma. Cuida de ti en tus hábitos, en tus relaciones, etc. Repítete a ti misma que nunca mas la abandonarás por nada ni por nadie.
Reconciliarte con tu niña interior es un trabajo diario que cambiará tu vida para siempre…