Aceptar toda la responsabilidad de nuestros actos, incluyendo nuestras respuestas emocionales y de comportamiento ante todas las situaciones de la vida, es el paso definitivo hacia la madurez humana.
La tendencia a culpar a otras personas o cosas de nuestras respuestas, es tan antigua como la especie humana. Muchos de nosotros crecimos culpando. Defendíamos nuestro comportamiento más inadmisible.
“YO SOY RESPONSABLE DE MI VIDA” ¿Cuántas veces has pronunciado esta frase? ¿Qué representa ser absolutamente responsables de nuestra vida?
Aceptar toda la responsabilidad de nuestros actos, incluyendo nuestras respuestas emocionales y de comportamiento ante todas las situaciones de la vida, es el paso definitivo hacia la madurez humana.
“La Madurez Humana es cuando dejas de quejarte y poner excusas en tu vida, te das cuenta de que todo lo que sucede en ella, es el resultado de una elección previa que hiciste, y comienzas a tomar nuevas decisiones para dirigir tu vida”
Roy T. Benett
Lo contrario de hacernos responsables de nuestra vida es CULPAR. Tal vez crecimos culpando, aprendimos a defendernos culpando a otros de nuestras conductas en ocasiones inadmisibles, evitando así, mirarnos a nosotros mismos, para hacernos responsables de nuestros actos y nuestras emociones.
Y tú, ¿qué tanto culpas a los otros de tus propios actos? ¿Te identificas con algunas de las siguientes expresiones?
“Yo estaba muy contenta, hasta que tú me hiciste enojar”.
“Soy agresivo, porque así me educaron”.
“Me gustaría comer sanamente, pero a mi familia no le gusta este tipo de comida”.
“Quiero hacer ejercicio, pero hace frío y este clima no me ayuda”.
En todas las circunstancias anteriores se culpa a los demás o a situaciones externas de lo que se hace, de lo que no se hace o de lo que se siente.
El problema fundamental es que los que culpan no están en contacto con su realidad, por consiguiente no llegan a conocerse a sí mismos, no crecen, no maduran.
El crecimiento comienza donde la inculpación termina. Cuando nos damos cuenta de la manera en la que culpamos a otros y volteamos la mirada hacia nosotros, en ese preciso momento se abre el camino hacia el conocimiento de sí mismo, alcanzando así el desarrollo personal y la madurez humana.
Aceptar la responsabilidad total de nuestra vida, es convertirnos en propietarios, no en inculpadores. El propietario sabe que algo en él explica las respuestas emocionales y de comportamiento, y que cada quién es responsable de sus propias decisiones.
Responsabilidad total significa que hay algo en mí que determina mis acciones y respuestas ante los diversos estímulos y situaciones de la vida.
Otras personas o situaciones pueden estimular una respuesta, pero la naturaleza de esa respuesta estará determinada por algo que hay en mí.
Cuando mi adulto está a cargo, pienso en forma independiente y tomo decisiones racionales. Tomo mis pautas de acción de mi propio yo. No dejo que otros decidan cómo voy a actuar.
Te invito a escribir una carta dirigida a todas las personas que has culpado durante tu vida: tus padres, tus hermanos, otros familiares, tu pareja, tus hijos, en fin todos aquellos que de alguna manera culpas de tus acciones o emociones.
Liberalos de la culpa y comunícales que de ahora en adelante tú eres el único responsable de tu vida y tus emociones.
Esta carta no es para entregárselas o compartirla, solo es un ejercicio personal para que tomes conciencia y en adelante decidas ser responsable y no inculpador.
¿Nos hace realmente felices asumir la responsabilidad total?
No puedo cambiar al mundo para que se adapte a mí, pero puedo cambiar mi respuesta ante el mundo. Puedo cambiarme a mí. La felicidad es una tarea interior.
Debemos aprender paso a paso a asumir la total responsabilidad de nuestra vida y nuestra felicidad. De modo que, la responsabilidad total es responsabilidad adulta, pero debe ser enseñada en una fase temprana de la vida y ser asumida más y más conforme avanza la edad. La pena por negarse a asumirla es permanecer prisionero en una niñez perpetua.
Te propongo que pongas en una tarjeta la siguiente oración, y la coloques en el primer espejo en el que te veas por la mañana, y al verte repite esta expresión con energía.
¡ESTAS VIENDO LA CARA DE LA PERSONA RESPONSABLE DE TU FELICIDAD!