“Llega un momento en donde ya es suficiente y te debes levantar, enfrentar y responder”.
—Clay Jensen—
Llega la noche, es hora de dormir, todo se queda en quietud, en silencio y es allí, en ese vacío, donde los fantasmas en el clóset amenazan con salir. Las emociones te inundan, los pensamientos en espiral te atrapan y te hacen su prisionero. De pronto tu paz ya no es tan tuya. ¿Hasta cuándo vas a correr de ellos a cualquier costo? Este artículo es una invitación a enfrentarlos.
Todos llevamos fantasmas en nuestro clóset: recuerdos no resueltos, pérdidas, heridas emocionales… que, sin darnos cuenta, empañan nuestro presente y ensombrecen nuestro futuro. Liberarse de ellos no es olvidar, sino aceptarlos y darles un nuevo sentido a lo vivido. Cerrar ciclos no significa borrar recuerdos, sino integrarlos de manera saludable.
El pasado, si no se cierra adecuadamente, se convierte en una mochila que pesa, que te jala hacia atrás cuando necesitas ir hacia adelante. Es por ello que, aunque pudiera ser un poco doloroso, es esencial plantarle cara a nuestras emociones, aprender de lo vivido y, si es posible, resignificar la pérdida para que se convierta en una fuerza opuesta a la de tus fantasmas… una fuerza que te empuja hacia tu presente: hacia la vida.
Con demasiada frecuencia le damos más importancia a lo que perdimos o a lo inconcluso y nos estancamos. La vida se apaga como si esos fantasmas se adueñaran de ti, de tu esencia. Se nos diluye el presente entre las manos llenas de pasado, de añoranza y de preguntas sobre el “hubiera”.
Sé que para este punto te estarás preguntando: ¿pero entonces qué hago con mis fantasmas?
Bueno, lo primero es ver al fantasma del tamaño real y no del tamaño que tu miedo lo ha vuelto.
Cuéntate la historia de noche de brujas de otra manera: recontextualiza pensamientos y emociones negativas, identificando lo que realmente importa y reconectando con tu propósito vital. Este es el primer paso para vivir en el presente, tomar conciencia aquí y ahora, sin quedar atrapados en la fantasía de la vida que tendríamos, en vidas paralelas que nos reducen a fantasmas en nuestras propias vidas.
Con ese sencillo paso muchos fantasmas ya habrán desaparecido “mágicamente”. Otros, de pronto, se ven menos amenazantes. Es momento de elegir alguno de esos fantasmas y sentarte a platicar con él. ¿Qué tiene que enseñarte? ¿De qué necesita que te des cuenta? ¿Qué función tiene en este momento de tu vida la presencia de ese fantasma?
Tomemos como ejemplo la película UP de Disney, donde Carl, al perder a su esposa Ellie, pierde el sentido de su vida. Una serie de sucesos y su negación a dejar su casa (símbolo de su proyecto de vida en pareja) lo llevan a enfrentar retos que le devolvieron su identidad, la confianza en sí mismo, crear nuevos vínculos y vivir con la memoria de su esposa (su fantasma) en armonía.
En ocasiones, antes de poder dejar ir a un fantasma tendrás que permitir que te acompañe por un tiempo, el que sea necesario para tu proceso, pero sin miedo, en aceptación y amor. Tal vez aún tenga una función en tu vida o algo que enseñarte. Déjale que te acompañe sin huir, sin negar y aceptando esa presencia como algo que, en su momento y cuando cumpla su función, trascenderá.
Es indispensable que, si decides no deshacerte de alguno de ellos o no puedes dejar de temerle, te preguntes lo siguiente:
¿Qué cambio o verdad tendría que enfrentar en mi vida si ese fantasma desapareciera?
¿De qué me distrae?
¿Qué nueva realidad me rehúso a enfrentar?
¿Qué ganancia obtengo de mi entorno por seguir en ese lugar con ese fantasma?
¿En qué momento de mi vida apareció este fantasma?
Si suelto ese fantasma, ¿qué me queda de esa etapa, persona o momento?
¿Es momento de pedir ayuda de un especialista?
Si no pudiste responder con claridad y de una manera que lleve a la solución, no dudes en consultar a tu especialista.
Ten muy presente que la transformación personal implica dejar atrás lo que ya no nos sirve. Dejar ir no es perder, es avanzar hacia una versión nueva y más auténtica de nosotros mismos. ES EVOLUCIÓN Y CRECIMIENTO. ES APEGARSE A LA VIDA Y AL DERECHO DE VIVIRLA. “No te mueras con tus muertos”.
Si leíste hasta aquí seguramente ya te diste cuenta de que “soltar” requiere responsabilidad y madurez emocional: implica enfrentar heridas de infancia, el miedo a la soledad y la sensación de perder parte de uno mismo. Desvincularse permite la reinvención personal, crecer más grande y más fuerte que tus fantasmas.
Como cierre, quiero dejarte pequeños ejercicios que espero liberen algunos de tus fantasmas:
Haz una carta de despedida. Reconoce lo que sientes, tu dolor y tu miedo, agradécele lo bueno y después cuéntale por qué es importante y necesario que su historia llegue a un final. Cuéntale todo lo nuevo que llegará y mejorará cuando tu fantasma parta. Cuéntale con ilusión y esperanza todo lo que aprendiste, lo que está por venir y la persona en la que te estás convirtiendo al soltarle.
Si lo sientes pertinente, haz una pequeña ceremonia de despedida.
Por ejemplo: prende velas y ambienta el espacio. Quema la carta y permite que el fuego lo transmute todo. Entierra las cenizas y agradece. Puedes también incluir objetos que lo simbolicen.
Enfócate en cosas que le den un sentido positivo a tu vida y te reconecten con el mundo de los vivos. Practica tus hobbies, haz un nuevo plan de vida, busca nuevas y nutricias conexiones.
“Sacar los fantasmas del clóset” no es un acto de olvido, sino de transformación. Significa integrar lo vivido, sanar lo que lastima y dar la bienvenida a lo que está por venir. Es tu momento de dejar ir, recomponer tu historia y avanzar hacia un presente más libre, auténtico y lleno de posibilidades.
RECUERDA: “La verdadera fortaleza nace de conectarse con la propia fragilidad.” Pedir ayuda a algún psicoterapeuta o tanatólogo es perfectamente normal y sano. Mucho más sano que aparentar fortaleza y vivir una vida preso de tus fantasmas.