¿Te exiges de más?

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GC Dominguez

Coaching y Programación Neurolingüística

“Es irónico, pero uno termina más triste por lo que se idealiza que por lo que en realidad pasa, un día la imaginación nos va a matar”

Hoy en la mañana mientras corría tuve una epifanía, lo que Arquímedes diría “¡Eureka lo he descubierto!”, y es que Dios tiene extrañas, misteriosas, dolorosas e incomodas formas de enseñarnos, quizá esta misma lección la haya recibido antes, en otra presentación, de alguna forma menos amable o bien en algún otro momento lo había experimentado, sin embargo hoy tiene una connotación diferente que me reta hacer esta pequeña reflexión.


Como ya es costumbre desde el 2015 me inscribo al maratón Lala, es increíble lo que este maratón desencadena en nuestra región año tras año, pero este articulo no trata sobre esto así que me remito a lo que quiero compartir. Durante años practicando este maravilloso deporte, teniendo mejorías tanto en mi condición física como en los resultados de tiempo, ésto provocó también un efecto colateral en varios aspectos de mi vida, que me llevaron a tener un mejor enfoque en lo profesional, emocional y en mi salud.

Sin embargo, por muchas razones, a las que por hoy llamaré mis justificaciones razonadas, este 2019 hice de mi constancia (que se había convertido en un hábito durante más de 6 años) un verdadero festival del desorden, comencé a beber más de lo normal, dormir menos y alimentarme de otras formas poco saludables, aunque muy satisfactorias para el paladar.

Hoy en mi primera distancia rumbo al maratón 2020 sería consciente como mi ego me ha venido practicando una mala jugada a mi estado mental. Después de un largo tiempo sin correr bajo un esquema de entrenamiento reanudé mis sesiones. Tenía que correr durante algunos minutos a cierta frecuencia, que en el pasado por lo general me daba para hacer un ritmo aceptable. Me sorprendió de manera ingrata, que no podía sostener un ritmo de carrera óptimo a una baja frecuencia, después de un año de solo correr por el que dirán, el darme cuenta del retroceso que tengo en mi nivel aeróbico fue un golpe al ego de manera cruel.

La cuestión es (diría Panchín Amparán) que mientras corría tenia el dilema de, o sigo el entrenamiento como debe de ser corriendo a este bajo ritmo según mis exigencias, pero respetando la zona, o bien le doy paso al ego y corro al ritmo que antes tenía, pero haciendo un esfuerzo mayúsculo a lo que la instrucción me pide. Y es que, como sabrán cuando estás en el mundo de la corrida, toda la actividad que realizas se queda guardada en tu reloj, misma que se sincroniza con tu teléfono que a su vez pasa a la aplicación donde tus compañeros, amigos y gente que te sigue puede ver. Es increíble a dónde la tecnología nos ha empujado, a tener una red donde le diga a mis amigos si ando de “huevon” o si ando aplicado al millón.

Mi diálogo en ese momento se hacía más fuerte y claro en mi cabeza, ¿en verdad te estas cuestionando si corres más rápido por el que dirán?, ¿te duele tanto darte cuenta que lo cosechado en 6 años se esfuma en tan poco tiempo?, tan cruel y celoso es el cuerpo que te enseña de forma exigente que si lo descuidas un poco te cobra muy caro. Comencé a notar cómo jugaba mi ego y mi exigencia una titularidad de mi diálogo, eran ellos quienes estaban al frente de mi conversación.

Con unos minutos corriendo pude ver muchas cosas que este año no me había permito sentir y reflexionar, cuando inviertes en ti de alguna manera estas poniéndote un estándar cada vez mas alto. Aclaro lo que quiero decir “cuando inviertes en ti”; cuando te cuidas en tu salud y decides comenzar alguna rutina de ejercicio que quizá te lleve o no hasta competir, cuando tomar la iniciativa de comer saludable y mejor cada vez, cuando emprendes un camino espiritual y a su paso encuentras la meditación, el yoga, la religión, estados contemplativos, cuando decides iniciar algún curso que te lleve a descubrir quién eres y para que estás aquí, cuando en lo intelectual te preparas para tus proyectos, cuando eres padre o madre y lees o buscas cursos para ser mas asertivo con tus hijos, cuando eres empresario, emprendedor o profesionista e inviertes tiempo, dinero y esfuerzo en prepararte mejor.

Cuando nos atrevemos a mejorar nosotros mismos nos exponemos a medirnos más alto, y quizá con la cotidianidad de la vida nos exponemos a que nos midan con mayor rigor. Si eres como yo de los que les gusta escribir y publicar en tus redes, o si te estás dedicando alguna profesión donde tu opinión cuente, o si eres un ejemplo para algunos, aunque no sea tu intención en ese momento nos volvemos vulnerables y exigentes. Nuestras vidas con o sin las redes pasan a ser del dominio público, hasta un simple resultado en un entrenamiento puede ser causal de una psicosis que te lleve a observarte exigente contigo.

Cada ves que nos mejoramos a nosotros, pienso que nos pasa como cuando compramos un dispositivo móvil, al principio estamos muy contentos y descubriendo el aparato y sus funciones, cuando logramos usarlo a su mayor potencial, nos topamos con la sorpresa de que a los meses ya hay uno nuevo con más funciones, inmediatamente aparece una sensación de atraso, de querer el nuevo. Igual cuando invertimos en nosotros, pareciera que cuando creemos haber logrado un avance, llega un descubrimiento nuevo de algo que podemos mejorar, o algo que creíamos superado no lo está del todo.

Todo lo que hoy despertó esta reflexión, me lleva a cuestionarme, ¿de dónde aprendí que siempre tengo que ir mejorando y cuando no, me siento culpable? ¿Acaso no es parte de la vida misma el tener rachas ascendentes en lo que consideras éxito acompañadas de rachas decentes que te ayuden a mejorarte aún más? ¿Siendo un líder de opinión, figura pública, influencer o alguien que se atreve a compartir contenido de introspección te exige que no te puedas equivocar en tu vida? ¿Los grandes pensadores de la historia no fallaron también como padres, pareja o ciudadanos? ¿En qué otros aspectos de mi vida el ego está jugando un papel fundamental que me lleva a la exigencia? Cuando vivo en la exigencia no doy paso a la excelencia, a la plenitud de aceptar que hay buenas y malas épocas, y que todo absolutamente todo es un aprendizaje.

Escuché que toda reflexión que no vaya acompañada de una acción se potencializa a la cero. ¿Qué de lo que reflexionas te esta llevando a tomar una acción con el fin de vivirte a plenitud?

“Es irónico, pero uno termina más triste por lo que se idealiza que por lo que en realidad pasa, un día la imaginación nos va a matar”

Esto también pasará.