De hecho, te aleja de las personas que quieres.
En una conversación, cuando tú quieres tener la razón, lo estás haciendo desde tu ego, desde la ignorancia de tu mente; pero cuando permites que el otro la tenga, lo estás haciendo desde tu comprensión… Desde el amor que hay en ti.
No es importante tener la razón… De hecho no sirve de nada.
Puede ser que ninguno de los dos en realidad la tenga o que la tengan ambos, depende desde donde estén viendo el punto. Si te pusieras en los zapatos del otro y vieras las cosas exactamente desde donde las está viendo él, es muy probable que le darías la razón, así como tú tienes con seguridad tus propios argumentos para pensar como lo haces.
Lamentablemente entramos en discusiones constantes por defender lo que creemos que es la razón.
Es el ego quien hace eso…
Busca salirse siempre con la suya…
Necesita que se le reconozca que es quien sabe y quien tiene la razón.
Con esto se destruyen las relaciones innecesariamente y se destruye la paz interior, perdiendo grandes cantidades de energía vital.
Quien ya ha logrado desarrollar el principio de amor en su interior, tiene la capacidad de darle la razón al otro sin ningún problema, aunque no la tenga. No entra en discusiones absurdas, por el contrario, se pone a su nivel y apoya el punto de vista del otro.
Por ejemplo, si tenemos a un muchacho en preparatoria y a otro en profesional, no se pueden emparejar a menos que el de profesional se baje un poco de nivel. El de preparatoria no se puede elevar al nivel del de profesional porque no sabe cómo y no tiene con qué.
En una relación, alguien que ya sabe amar es capaz de ponerse al nivel de quien no lo sabe, comprende que el otro no tiene cómo, pero él sí, y lo hace con todo su amor sin que le genere ningún problema.
• El amor se empareja…
• El amor se iguala…
• El amor se mimetiza…
• El amor se pone al nivel del otro…
El amor busca camuflajearse para pasar desapercibido y que nadie se dé cuenta que tiene mayor capacidad que los demás.
El que ama le concede la razón al otro…
Lo deja que se salga con la suya.
Pero no lo hace resignándose…
Lo hace aceptando.