Actualmente se sabe que, en cuestión de salud pública, la depresión y la ansiedad constituyen un problema mayor. Se les conoce incluso como si fueran el resfriado de las perturbaciones psicológicas.
A pesar de que se dice esto por lo frecuentes que son, la depresión y la ansiedad pueden llevarnos a que nuestra calidad de vida disminuya y nuestra capacidad de disfrutar no sea la misma. En algunos casos incluso pueden llevar a la desesperanza y a desear no seguir vivos.
Sin embargo, hay buenas noticias, la depresión y la ansiedad se pueden aprender a superar o a sobrellevar con métodos sencillos para llevar una vida más sana. El Dr. David D. Burns, en su libro Sentirse Bien habla de cómo un grupo de psicólogos y psiquiatras de la facultad de medicina de la Universidad de Pensilvania, desarrollaron y comprobaron un método para combatir depresión, ansiedad y otros trastornos. Este tratamiento es conocido como Terapia Cognitivo Conductual, y sus técnicas reducen notoriamente los síntomas de depresión y ansiedad con rapidez. Este estilo de terapia considera que las cogniciones o pensamientos son los responsables de nuestros estados de ánimo. Como diría Epicteto, el filósofo griego, “no es lo que sucede lo que perturba al ser humano sino la forma en la que interpreta lo que sucede”. Nuestras percepciones, actitudes mentales, creencias e interpretación de las cosas conforman nuestro diálogo interno. El diálogo interno es lo que nos decimos a nosotros mismos sobre lo que pasa.
Cuando estamos deprimidos o ansiosos nuestros pensamientos están distorsionados y se inclinan a fijarse solamente en los aspectos negativos de nosotros mismos, de los demás y de las situaciones. En su momento, estos pensamientos nos parecen la verdad absoluta. No los ponemos en tela de juicio. Yo puedo tener una pesadilla, y cuando me despierto, se que fue un sueño y siento alivio al saber que fue solo un sueño. Con los pensamientos que tenemos, a veces nos identificamos a profundidad y concluimos que son la realidad. Lo cierto es que nuestros pensamientos pueden ser erróneos, como un mal sueño. Pero a los pensamientos les damos una validez muy grande y nos dan una ilusión de verdad. Una de las partes más importantes de este estilo de terapia es brindar herramientas para cachar estos pensamientos erróneos como la causa de nuestro sufrimiento y aprender a reestructurar nuestra forma de pensar hacia una manera más objetiva y sana. Si lo que yo pienso lo voy a experimentar como realidad, ¿por qué no aprender a pensar a mi favor?
Cambiar el guión.
Sócrates, otro filosofo griego, enseñaba a sus alumnos solamente a través de preguntas. El decía que su método consistía en invitar a sus alumnos a cuestionar todo, tal como lo hacen los niños que son los más grandes filósofos. Los incitaba a no tener miedo a parecer tontos con sus preguntas. Cuando surge en los seres humanos el ego, y queremos dar cierta imagen, nos empieza a dar miedo atrevernos a cuestionar las cosas, y las damos por hecho. La Terapia Cognitivo Conductual retoma esta postura e invita al terapeuta a establecer diálogos socráticos con su paciente. Es decir, ayudarlo a ir descubriendo las distorsiones de su forma de interpretar lo que sucede a través de preguntas que lo lleven a caer en cuenta de sus propias creencias, actitudes, pensamientos, interpretaciones e incluso conductas.
Cuando una persona aprende a reinterpretar lo que sucede al saber detectar sus distorsiones de pensamiento más comunes y cambiarlas por formas más sanas de verla, se puede plantar frente a la vida con mayor gozo, plenitud y mayor manejo de sí mismo.
Por otro lado, está también la parte de mejorar el estado de ánimo a través de nuestras conductas. Cuando hacemos algunos ejercicios y tareas, podemos “tumbar” ciertas creencias o pensamientos equivocados y darnos cuenta por experiencia propia que la mejor forma de vencer nuestros temores es enfrentándolos. La depresión y la ansiedad suelen paralizar nuestra voluntad de hacer cosas que estén a nuestro favor. Puedo, por ejemplo, tener como meta hacer ejercicio en las mañanas para mejorar mi estado de salud física y emocional. Sin embargo, si en la mañana al sonar la alarma, suelo preguntarme ¿quiero ir a hacer ejercicio o no?, si mi estado de ánimo no es bueno, es altamente probable que me diga no, no quiero. Y por lo tanto no lo haga. Si esto se repite constantemente, empezará a empeorar el estado de ánimo, pues se evitó hacer una actividad que genera satisfacción al terminarla y quizás también durante el proceso. No solo porque físicamente se liberan endorfinas y eso ayuda a sentirse bien, sino por el hecho de ir acumulando pasos que me dirijan hacía un mayor bienestar general. La consecuencia suele ser que el diálogo interno se active pensando cosas como “otra vez me ganó la flojera, no tengo fuerza de voluntad, yo no podré lograr este propósito nunca”. Estos pensamientos erróneos suelen ser contraproducentes y hacernos sentir peor pues generan una ilusión de verdad. Y así se forma un círculo vicioso.
Si en cambio en la mañana no me pregunto si quiero ir o no a hacer ejercicio, si no que me planteo antes un plan de metas realistas para iniciar mi vida activa, tengo mayores probabilidades de hacerlo. Por ejemplo, si no suelo hacer ejercicio, en vez de proponerme ir a caminar todos los días una hora, me propongo ir a caminar dos veces a la semana 20 minutos. Hay muchas más probabilidades de hacerlo. Al lograrlo, el diálogo interno, probablemente empiece a decir cosas como “logré ir esta semana dos veces a hacer ejercicio después de años de no hacerlo”, “me da gusto haberme movido”, “me dan ganas de volverlo a hacer”. Y así es como la acción trae más motivación y ésta a su vez más acción. Se forma un círculo virtuoso que me ayuda a ver desde una óptica más optimista y un panorama con mayores posibilidades.
La Terapia Cognitivo Conductual es entonces una alternativa que ha demostrado generar mejoría notoria y rápida en casos de depresión, ansiedad, fobias, Trastorno Obsesivo Compulsivo, Trastorno por Déficit de Atención, Trastornos de la Conducta, Estrés Postraumático, Trastornos Sexuales, del Sueño, entre otros, incluyendo trastornos físicos. Es un sistema lleno de filosofía, técnicas y herramientas sencillas que ayudan a medir los resultados. Involucra mucho al paciente, para que así poco a poco se vaya convirtiendo de alguna forma en su propio terapeuta. Estará aprendiendo como observarse a sí mismo, que herramientas emplear para distintos síntomas, de modo que cada vez se sienta más provisto de recursos para enfrentar las adversidades. Se basa en objetivos y metas realistas y destaca mucho el momento presente.
Existen muchas otras alternativas para mantener la salud mental y emocional, ésta es solo una de ellas. Muy recomendada por experiencia propia tanto en lo personal como en lo profesional. Cuando busques apoyo de un profesional de la salud, pregúntale sobre qué enfoques o técnicas emplea, puede darte mucha luz para ver si es lo que estás buscando y va contigo en este momento de tu vida.