Cada persona tiene una percepción distinta del dinero, para muchos es quizá sólo un bien de intercambio, para otros es un mal necesario y algunos lo ven como el objetivo y fin de sus quehaceres.
Independientemente de en cuál escenario te encuentres, hay factores que determinan la manera en la que percibes el dinero, cómo te relacionas con él y finalmente influyen en tu actitud de abundancia o escasez con la que vives tu vida. Yo creo que estamos todos de acuerdo que hoy por hoy necesitamos dinero para subsistir ya que nos permite adquirir los bienes y servicios que son de primera necesidad pero también aquellos bienes que nos pueden aportar comodidad y bienestar. Partiendo de este punto, nos convendría que la relación con el dinero sea una relación positiva y proactiva que nos permita vivir bien. Es cierto que el dinero por sí solo no te da la felicidad, pero si te permite alcanzar objetivos. Es un medio o herramienta que te permite tener una vida más plena, te permite vivir con mayor tranquilidad en el presente, y ante el futuro, te permite tomar decisiones.
Muchas percepciones son polarizadas ya que creen que el dinero es malo, corrompe, destruye. En el otro lado esta la creencia que al tener y poseer todo aquello que anhelas al fin llegará la felicidad. La realidad es que la felicidad se encuentra en el ser, en la esencia de la persona. Es un medio más que te permite completar o alcanzar objetivos que primeramente deberán estar en el interior de la persona.
En este articulo me gustaría presentarte algunos factores que desde mi experiencia influyen en la manera en que te relacionas con el dinero. No soy experta en finanzas pero sí he vivido y he visto en otros las emociones que generamos en torno al dinero. Analizar de manera honesta y consciente la forma en que percibimos y nos relacionamos con el dinero nos permite conocer todas aquellas creencias inconscientes (a veces limitantes) que tenemos y ayudar a corregirlas o sanarlas.
1.Tus creencias conscientes o inconscientes:
Hay muchos mitos y creencias erróneas que se nos han enseñado o que hemos adoptado, así como culpas, miedos, etc. También hay una creencia colectiva acerca de este bien. La mayoría de éstas son introyectos generados en nuestra infancia que ni siquiera estamos conscientes de cómo influyen en nuestra etapa adulta. Son afirmaciones tan poderosas que las aceptamos como verdaderas sean ciertas o no. Se ve reflejado en el tener o no recursos, la manera en la que generamos el dinero, cómo lo gastamos, si somos generosos o no, qué tan apegados estamos a él, cómo lo administramos y qué tanto nos dura una vez que lo generamos. Una manera de identificar cuales son nuestras creencias es observando nuestro lenguaje o nuestros pensamientos. Algunos ejemplos de estas creencias limitantes son:
- Hay que trabajar muy duro para tener algo o ser alguien en la vida
- Mas vale pobre pero honrado
- No hay dinero
- De seguro tiene dinero porque anda en algo turbio
- La suerte es de los ricos
- El dinero es malo y corrompe a la gente
- Los ricos no van al cielo
- Es muy difícil hacer dinero
- Es imposible ahorrar
- El gobierno es responsable de la pobreza
- El dinero no da la felicidad
- No lo merezco
Recordemos pues que el poder de las creencias para revisarlas y volver a programarlas.
2. Las heridas emocionales y carencias afectivas:
Todas las personas tenemos un vínculo emocional con el dinero. El estado emocional en el que nos encontramos define las cosas y las personas a tu alrededor incluyendo el dinero. Sin embargo, el dinero y las circunstancias no te definen a ti como ser humano. El dinero se relaciona principalmente con las emociones más viscerales como son la ira, la vergüenza, la euforia, el enojo etc. Las carencias emocionales que vamos arrastrando por la vida, la percepción que tenemos de nosotros mismos, muchas veces determinan la relación con el dinero, cómo lo gastamos y qué necesidad estamos tratando de cubrir. Por ejemplo, una persona que siempre vivió el “abandono afectivo” de sus padres porque ambos tenían que trabajar, tiene una manera particular de vincularse con el dinero y gasta desde cierta carencia o necesidad. Una persona que de niño recibió humillaciones por tener menos, es probable que de grande trate de cubrir esas heridas con ciertos patrones de gastos. Lo importante es detectar desde dónde estamos gastando, qué necesidad afectiva estamos tratando de cubrir. Comprar, viajar y disfrutar lo que se tiene es bueno cuando tenemos una salud emocional balanceada, pero cuando todo lo anterior lo hacemos para quedar bien, para pertenecer, para cubrir un autoestima bajo con bienes, es ahí donde debemos revisar. Hay compras de pánico y compras compulsivas que no tienen nada que ver con una necesidad o un gusto real por obtener el bien o servicio, sino que provienen de un patrón de carencia emocional que se intenta cubrir. Muchas veces por estas heridas y carencias nos acostumbramos a vivir y a gastar así. Las grandes empresas de marketing utilizan a favor estas carencias y necesidades emocionales y generan expectativas de felicidad y bienestar al adquirir lo que promocionan. La realidad es que la felicidad no se encuentra en nada externo sino en el interior de la persona. Lo externo contribuye y favorece a algo que ya esta construido, mas no es la esencia. El miedo, la vergüenza, la culpa, son emociones que “curamos” con dinero. Se ha demostrado en numerosos estudios que las compras son entre un 70-80% emocionales. “Se ha comprobado que es más eficiente llegar al corazón del consumidor que a su raciocinio para hacerlo comprar.” (Forbes Abraham Geifman agosto 21, 2014 )
Según Barry Feig en su libro Hot Button Marketing (Adams Media), asegura que todas las decisiones de compra tienen como fondo por lo menos 16 diferentes emociones o “botones” que debemos oprimir para provocar que el consumidor compre:
- El deseo de control
- Soy mejor que tú
- La emoción del descubrimiento
- Sentido de merecimiento
- Valores familiares estereotipos de familias felices.
- Pertenecer – status
- Diversión
- Falta de tiempo
- Tener lo mejor posible – marcas de lujo
- Autologro
- Sexo, amor y romance
- Hacer por los demás
- Reinventarnos
- Ser más inteligente
- Poder, dominio e influencia
- Lo que siempre he soñado
Cuántos padres de familia al no pasar tiempo con sus hijos, “compensan” con juguetes y cosas materiales, que en realidad no suplen su cariño ni su presencia. ¿Cuál crees tú que es el mensaje que reciben esos niños?
Muchas personas ligan su valor como persona a la cantidad de dinero con el que cuentan y llenan su insatisfacción personal tratando de adquirir todos aquellos bienes que desde su punto de vista sean símbolo de status. Otras personas sacan su frustración con comportamientos compulsivos o impulsivos. Aquí entran las personas que no pueden dejar de aprovechar una oferta o un descuento, los acumuladores, los apostadores, etc. Están tratando de cubrir necesidades mucho más profundas. En este consumismo irracional, se termina perdiendo dinero, lo que aumenta la sensación de insatisfacción y frustración.
3. Tu actitud ante la vida
La manera como enfrentamos la vida determina en gran parte los resultados que obtenemos. No podemos controlar las circunstancias externas pero sí podemos controlar la manera cómo las enfrentamos, y esto marca una diferencia. El vivir con una actitud de agradecimiento y de abundancia no depende de las posesiones, del trabajo, de la empresa ni de la cuenta bancaria, va más allá de eso. Podemos aspirar a más pero sin perder la paz.
La capacidad de vivir y disfrutar el presente nos quita el sufrimiento y dolor del pasado y la angustia del futuro, nos permite concentrarnos con las personas que tenemos a nuestro alrededor y poder “ver” las bendiciones con las que sí contamos hoy. Una persona que vive en la queja, en la ambición desmedida, en la insatisfacción, nunca le será suficiente nada porque tras lograr una meta, comprar aquel bien en el que tiene puestas las expectativas de su felicidad, cambiará esa expectativa en algo más cuando se de cuenta que tras poseerlo no es feliz. Es verdad que el dinero y los bienes “adornan y facilitan” la vida, mas no son la felicidad. Cuando comprendemos que la felicidad es el resultado de una paz y de un estado interno más profundo dejaremos de ver el dinero y las posesiones con tanto estrés.
En conclusión te invito a que si algo de lo aquí escrito te hace ruido o te checa con lo que has vivido o sentido, hagas un alto y busques hacer una reflexión profunda, siempre el hacernos conscientes es el primer paso y el más importante.
Recuerda que la felicidad duradera y verdadera nunca se encuentra fuera de uno mismo, la felicidad está dentro e implica mucha responsabilidad. Vivir la vida con responsabilidad implica dejar de culpar a otros: gobierno, familia, jefes, empleados, etc. Hoy es un buen día para hacer un cambio de mentalidad, para asumir nuestra parte y enfrentar la vida con mejor actitud, sabiendo que las decisiones que tomamos tienen siempre un impacto en nuestra vida. Responsabilidad implica también buscar los medios posibles por sanar nuestra historia y con mayor razón si tenemos hijos, ya que somos responsables de todas esas creencias y heridas de las que ya hablamos.