Es el sistema orgánico más grande que tiene el ser humano. Cuenta con funciones tan sofisticadas, que reacciona ante el amor y la tristeza, ante la pasión y el desinterés, y todas las sensaciones que puedas imaginar.
Aparte de lo que sientas, también reacciona a otras percepciones como los aromas, lo que ves con agrado o desagrado, a los sonidos, realmente a todos los sentidos con los que contamos los seres humanos.
Pero conserva siempre su función básica de promover la nutrición a todas las células del cuerpo, al despertar esa sensación que llamamos “hambre”, la cual nos conduce al acto de comer nutrientes. Es aquí donde debemos aprender a que nuestros alimentos deben ser variados, completos, y equilibrados, para cubrir las necesidades básicas que llamamos “fisiológicas”, y que son indispensables para la vida celular de nuestro cuerpo, de nuestro genoma.
Imagina todos tus órganos, sedientos y hambrientos, que piden ser unos atletas para ti. Otros, quieren ser brillantes y sobresalientes, quieren llenarse de energía, de vigor, de lo mejor que pueda existir para ellos. Por ejemplo, como tu cerebro, ¿cómo le imaginas? Haz un espacio y medita, piensa en tu cerebro, ¿qué tipo de alimento te pide?…ya sé…no sabes cómo alimentarlo correctamente.
Pienso que puede estar igual tu corazón, que late continuamente sin poderse detener ni un instante. ¿Cómo le imaginas? Tan activo día y noche todos los días de tu vida.
Tu hígado, la glándula mas grande y pesada del cuerpo, se la pasa como las tintorerías lavando, planchando, trabajando con químicos para quitar manchas y dando la mejor presentación para que la sangre vaya como nueva a nutrir todas las células del cuerpo. Por el hígado pasa toda tu sangre, nutrientes hechos agua, tóxicos y patógenos (bacterias, viruses y lo que le sigue).
Produce y metaboliza proteínas, azúcares, grasas, vitaminas y…¡Uff! ¡Es el órgano mas increíble! Soporta desvelos, malos tratos, espera días, meses y hasta años a que le traten bien. Aguanta como una bandera erguida, aguanta todo, hasta le dice a todos los componentes del cuerpo, “tranquilos, aquí no pasa nada malo para ustedes”. Pero el problema sucede cuando a esa bandera le rompemos el asta. Bebemos de todo, consumimos fármacos a placer y otras cosas, olemos tóxicos, consumimos grasas trans, tomamos muchas azúcares, creo que demasiadas, hasta 500 veces mas de lo que necesita el cuerpo por mes, según dicen las estadísticas. Nos llenamos de sustancias extrañas.
Estamos acostumbrados a que el cuerpo tolere todo lo que no se vé. Te invito a reflexionar la siguiente pregunta como si tu cuerpo la hiciera, ¿Cómo puedes cuidarme si no me conoces, a pesar de que vivo en ti?
De ti depende la vida de todas tus células y el ADN que heredarás o heredaste… ¿Qué sigue? Nunca es tarde para aplicar el conocimiento.