Andar en busca del mejor empleo, conseguirlo y conservar el puesto, cumplir con la carga de trabajo, competir en contra de otros, manejar situaciones riesgosas y además satisfacer las necesidades propias y las de una familia a la que se sostiene y en las que debido al momento en el que la sociedad se encuentra son exageradas, han ocasionado que la gran mayoría de los adultos en edad productiva experimente el llamado síndrome Burn-out.
En la actualidad nos encontramos sometidos constantemente a situaciones que ponen a prueba nuestra capacidad de respuesta. En múltiples ocasiones el no ser asertivo es lo que pone de manifiesto nuestro verdadero estado de ánimo comprometiendo diferentes aspectos de la vida. El ámbito laboral, las relaciones de pareja, de familia, de amigos, la salud, el esparcimiento y en ciertos casos hasta la vida espiritual y el deporte se ven afectados por la carencia de inteligencia emocional. La sobrecarga de trabajo, los bajos salarios, las malas condiciones en las instalaciones, reglas arcaicas e intransigentes, los malos servicios en las instituciones de salud, el acoso sexual, el bullying, el nulo entendimiento jerárquico, el abuso de confianza y las faltas a las reglas de los códigos de buena conducta, cada año provocan que las cifras de personas en crisis vayan en aumento.
Las consecuencias negativas del estrés laboral aparecen cuando las personas sienten que no pueden hacer frente adecuadamente a las exigencias del entorno. A pesar de que el estrés es una reacción natural o común, la cual sirve para colocarnos en una posición de alerta para responder ante un peligro, es lo que otorga la fuerza suficiente para enfrentar o huir; en el ambiente laboral pocas veces puede ser utilizable debido a la enorme contradicción que existe entre la teoría y la práctica, puesto que enfrentar o huir no resulta lo más razonable. Las personas van acumulando la tensión en su cuerpo y en su mente al punto de enfermar no solo físicamente sino emocionalmente al no tener la capacidad de gestionar lo que internamente se siente.
No es el estrés laboral lo que provoca tanto malestar en las personas, sino la falta de difusión de la necesidad de atender el aspecto emocional.
Las emociones juegan un papel fundamental y trascendente en todos los seres humanos. No podemos negar que son las emociones las responsables en muchos casos de nuestra forma de adaptación. Sin embargo en muchos casos juegan un papel desadaptativo y contribuyen a menoscabar la salud y el ajuste de las personas trae consigo sentimientos profundos de negatividad. La falta de conocimiento y la poca importancia que se le da a los sentimientos ha ocasionado que las personas crean que pueden rendir bajo estrictas normas de exigencia interna y externa.
La única verdad es que las emociones constituyen el componente psicológico más antiguo del hombre y son una parte esencial de la naturaleza humana. Gran parte del estrés se deriva entonces de la falta del autoconocimiento o del nulo o poco crecimiento en inteligencia emocional.
Las pequeñas y grandes empresas e industrias así como diferentes instituciones deberían contemplar la necesidad de promover la higiene mental. Sin embargo, es tarea de cada persona hacer consciencia sobre lo anterior. Saber enfrentar el estrés laboral resulta de vital importancia en nuestra sociedad. Para ello grandes personas como Daniel Goleman han propuesto modelos altamente eficaces los cuales son de fácil adquisición. Así mismo existen al alcance múltiples opciones para aumentar la inteligencia emocional.