En este momento, la humanidad requiere paz. Estamos siendo testigos de un período de diferencias, desacuerdos, malos entendidos y peleas que a todos nos generan preocupación y tristeza.
Y nos preguntamos, pero ¿Yo, qué puedo hacer?
Quizá estemos creyendo que las cosas que suceden son muy lejanas a nosotros, pero ya un virus nos enseñó que el mundo es un lugar conectado en donde lo que sucede en un extremo, también afecta al contrario por muchos kilómetros de distancia que los separen.
Ahora pensemos en los conflictos que suceden en las familias, en las amistades, en los trabajos que cada uno desempeñamos y en lo que hacemos para evitar que se conviertan en una guerra que no podamos detener. ¿Los resolvemos? ¿Somos capaces de aceptar las diferencias sin levantar muros o dejar de interactuar con esas personas que no tienen nuestras mismas creencias?
¿Estamos siendo pacientes con los demás?
Si nos detenemos a observar nuestro entorno, nos daremos cuenta que hay mucho por hacer. Tal vez creas que en nada cambia que en las mañanas sonrías a las personas que te encuentres en el camino, o que ser amable está pasado de moda; sin embargo, puedes cambiar el día de alguien con un gesto tan simple. Ahora imagínate si además de eso desde tu mente puedes enviarles un buen deseo.
No contribuir con la crítica o los juicios de situaciones de las que no estamos del todo enterados, no solo te ayuda a ti a mantener tu paz mental, además contribuye a generar un espacio menos tenso.
¿Ayudas en tu día a día en algo a tus vecinos, a tus compañeros de trabajo o a tu familia? No es necesario ir muy lejos para poder hacer algo por alguien, solo observa bien a quienes tienes cerca porque tal vez necesitan alguien que los escuche o además los abrace.
Generemos paz en donde quiera que estemos. Apoyemos a quienes cerca de nosotros, requieren apoyo, contribuyamos desde aquí, desde nuestro pequeño espacio, a generar paz.
Ya sabemos que es imposible que lo que hacemos no haga eco. Ya lo decía Francis Thompson, poeta Inglés, por allá de 1865: