La Diabetes Mellitus (DM) es una enfermedad crónica del metabolismo de los carbohidratos (azúcares en la sangre) que se clasifica a grandes rasgos en tipo 1 (por mecanismos inmunológicos y más frecuente en niños), y tipo 2 (adquirida durante la juventud y personas de mayor edad), siendo esta última la más frecuente en toda la población. En esta ocasión vamos a hablar sobre el tipo 2, que ya mencionamos es la forma más común de problemas del metabolismo de la glucosa que se conoce.
Resulta imposible hablar de la Diabetes y no hacerlo de la alimentación y nuestro estilo de vida. Hemos escuchado personas que nos dicen ¨cuidarse lo suficiente¨ o ¨alimentarse muy sano¨ y que finalmente desarrollan la enfermedad, y nos preguntamos ¿por qué se enfermó de Diabetes? Si se cuida. Al igual que hemos conocido personas que llevan un estilo de vida poco saludable y viven muchos años libres de enfermedades. Aquí radica la relevancia de algo que no podemos controlar, algo que se sale de nuestras manos: nuestros genes y nuestros antecedentes familiares de enfermedades, sin embargo, estamos obligados a hacer lo que esté a nuestro alcance para prevenir la aparición de estos problemas de salud y particularmente en la Diabetes aplica la cita del Padre de la Medicina, Hipócrates, ¨Qué el alimento sea tu medicina¨.
En la Diabetes existe una alteración en la regulación de la producción hormonas desde el páncreas (insulina, principalmente), así como resistencia a la acción de esta principalmente en el músculo, la grasa y el hígado por lo que sufrimos un estado de exceso de glucosa en la sangre y que esta a su vez provoca daño en todos los órganos del cuerpo a través de múltiples mecanismos moleculares perfectamente descritos. Igualmente, como ya lo mencionamos antes, los factores genéticos (los genes que heredamos de nuestros familiares) cobran una importancia sumamente relevante en el desarrollo de la enfermedad. En resumidas cuentas, podemos decir que la suma de nuestra genética, nuestros hábitos alimenticios y la falta de ejercicio nos llevan a padecer la Diabetes.
Los principales órganos que se ven afectados por el exceso de glucosa en la sangre son los ojos (retinopatía diabética), los nervios (neuropatía diabética), el corazón (infartos al corazón y calcificación de las arterias), la circulación arterial de los pies (amputaciones de los dedos y/o pies), así como los riñones (nefropatía e insuficiencia renal crónica).
La American Diabetes Association (ADA) – la asociación médica más importante en el mundo en el tema de la diabetes- nos recomienda realizarnos cada año las pruebas necesarias indicadas por nuestro médico para hacer el diagnóstico oportuno si tenemos los siguientes factores de riesgo: familiares diabéticos, tenemos sobrepeso u obesidad, en las mujeres que tuvieron diabetes en el embarazo, somos sedentarios, si tenemos enfermedades como hipertensión arterial o colesterol elevado y si tenemos más de 45 años de edad.
Las recomendaciones actuales más importantes para prevenir la Diabetes radican en el cambio de hábitos, principalmente:
- Disminuir la ingesta de azúcares y grasas en nuestra alimentación (evitar los refrescos -de cualquier tipo-, el exceso de alcohol en la forma o tipo que sea, los alimentos ricos en grasa -ya que estas se convierten en azúcares en el cuerpo-, las harinas, el pan, los dulces o postres, bajar el consumo de jugos o bebidas ricas en carbohidratos, moderar las carnes rojas y regular nuestro consumo de lácteos -o de preferencia que sean bajos en grasa o light-).
En caso necesario y para ampliar la información de la alimentación, acudir con un@ nutriólog@, un@ health coach y un@ médico.
- Realizar ejercicio al menos 30 minutos diarios por 5 días (total de 150 minutos a la semana para empezar, ya después podemos incrementar la intensidad), siempre bajo supervisión médica y de un entrenador calificado para evitar lesiones al inicio, en lo que nos acostumbramos a la actividad física.
- Bajar de peso o mantenernos en nuestro peso ideal para evitar la resistencia a la insulina en los músculos, en la grasa del cuerpo y en el hígado
- Evitar fumar ya que su consumo se asocia a un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.
- Realizar revisiones médicas periódicas para evaluar nuestro estado de salud general y las intervenciones oportunas para evitar o retrasar la aparición de la enfermedad y sus complicaciones.
- Mantener un estilo de vida saludable en todos los miembros de la familia desde los niños hasta los adultos, que involucre los puntos anteriores para que sea más fácil para todos los integrantes crecer y desarrollarse bajo hábitos y estilo de vida sano en todo momento.