Existe un duelo invisible que atraviesan cuando, en el intento de cumplir con las expectativas sociales, familiares y culturales, van dejando atrás partes esenciales de sí mismas.
¿Qué es el duelo invisible?
El duelo invisible es aquel que no siempre se reconoce ni se nombra, pero que genera un profundo impacto emocional. Es la tristeza sutil y persistente de una mujer que se ha postergado a lo largo de los años. No es solo la pérdida de un ser querido, sino la pérdida de sí misma: pedacitos de ella misma que desaparecen a la vista de todos y a nadie le hace ruido.
Es cierto que toda elección implica una renuncia, pero es sobre todo a la mujer a la que se le presiona para una renuncia total. Pensemos en la joven que dejó sus sueños profesionales para priorizar a su familia, la madre que se olvidó de sus propios deseos para sostener los de sus hij@s, la mujer que ha cedido su voz en una relación, acostumbrándose al silencio.
Muchas mujeres lo experimentan sin reconocerlo porque está normalizado, porque es parte de “SER MUJER”. Algunas señales incluyen:
•Sentir una insatisfacción constante, aunque “todo parezca estar bien”.
•No recordar la última vez que hicieron algo solo por y PARA ellas mismas.
•Tener miedo o culpa al expresar sus necesidades y deseos.
•Experimentar cansancio emocional o sensación de vacío.
•Sensación de pérdida de la identidad total o parcial. ¿Quién soy cuando no soy mamá?
•Ausencia de un proyecto de vida personal orientado hacia un desarrollo como individuo y el cumplimiento de metas individuales.
Si te identificas, lamento mucho que hayas vivido así hasta ahora. La buena noticia es que, a partir de que termines de leer este artículo, puedes comenzar a hacer pequeños cambios que te devuelvan el derecho a SER y VIVIR para ti y no solo para los demás. Puede que te parezca difícil pensar que eso sea posible o que creas que ahora tienes que dejar tu vida de mamá y esposa, pero no es así. Te dejo algunos de los muchos cambios que puedes hacer para tener una vida más equilibrada, en la que dejar de existir parcialmente no sea una opción.
- Reconocer la pérdida: Es importante validar el duelo y darle un espacio. No se trata de culpar, sino de aceptar que hay aspectos de la propia identidad que se han quedado en pausa. Anótalos todos sin juicio y sin filtro. Puedes destruir la lista, pero date el permiso de validarlo.
- Preguntarse: “¿Quién soy yo fuera de mis roles?”: Más allá de ser madre, esposa, hija o trabajadora, ¿qué cosas hacen vibrar el alma? ¿Qué sueños tengo? ¿Qué me gusta de mí y de mi vida? ¿Qué quiero YO, EGOÍSTAMENTE SOLO PARA MÍ?
A lo largo de la vida, las mujeres suelen asumir múltiples roles: hija, madre, esposa, trabajadora, cuidadora, amiga. La sociedad refuerza la idea de que el valor de una mujer está en lo que hace por los demás, y no en lo que es por sí misma. Con el tiempo, muchas terminan perdiéndose en estos papeles, dejando de lado su esencia, sus sueños y sus necesidades.
Desde la infancia, las mujeres reciben mensajes que moldean su identidad en función de los demás:
- “Las mujeres deben ser buenas hijas y ayudar en casa.”
- “Una madre siempre debe sacrificarse por sus hijos.”
- “El amor verdadero es darlo todo por la pareja.”
- “Ser exitosa es poder con todo sin quejarse.”
Estos mandatos, aunque a veces sutiles, pueden generar una desconexión con la propia identidad. La mujer se acostumbra a postergar sus deseos, a silenciar su voz y a conformarse con lo que se espera de ella.
Señales de que te has perdido en los roles
¿Te cuesta definirte sin mencionar a quién cuidas o qué haces por los demás? ¿No recuerdas la última vez que hiciste algo solo por ti? ¿Sientes culpa cuando priorizas tus propias necesidades? ¿Experimentas cansancio emocional o sensación de vacío, aunque “todo parezca estar bien”?
Toma papel y lápiz, y contesta estas preguntas, que serán la base para las acciones a tomar para recuperar tu propia identidad… tu derecho a SER.
- Cuestiona los mandatos: ¿Realmente tienes que estar disponible para todos todo el tiempo? ¿Dónde quedas tú en la ecuación?
- Reconéctate con tus pasiones: ¿Qué actividades te hacían sentir viva antes de asumir tantas responsabilidades? Leer, bailar, escribir, viajar…
•Aprende a decir NO: ¿A qué o a quién me gustaría decirle que NO? No es egoísmo, es autocuidado. Establecer límites es clave para preservar tu bienestar.
•Rodéate de personas que te impulsen: ¿A quién conozco que viva de esta manera? ¿Dónde puedo encontrar mujeres que compartan esta forma de vida y la vivan? Acércate y conversa.
- Permitirse desear y actuar: Pequeños pasos, como retomar una afición olvidada o establecer límites, pueden ser transformadores. Asigna un espacio para ti en tu semana. Delega responsabilidades a las demás personas involucradas, al padre, por ejemplo. Permítete ponerte a ti y a tus necesidades primero, y pondera cuándo es verdaderamente necesario que pongas a otros como prioridad. Si tus hijos ya han crecido, puedes darte más espacio y dejarlos crecer; eso es beneficioso para todos. (Recuerda que la sobreprotección es agresión).
4.Buscar redes de apoyo: Conversar con otras mujeres sobre ser mujer, tomar terapia o participar en círculos de crecimiento puede ser un bálsamo sanador y una manera de tener mayor fuerza y certeza al hacer los cambios que, en muchos casos, aunque son sanos, van en contra de lo que te enseñaron. HACER cambios siempre es más sencillo si pides apoyo a tu red cercana. P.D. Contáctame, tengo talleres en línea y/o terapia. La terapia puede ser una herramienta poderosa para reencontrarte contigo misma.
5.Construir una nueva historia: No es tarde para recuperar partes perdidas de una misma. Honrar la vida también es elegirnos. Sé feliz por lo que construiste en esa renuncia completa y descubre cómo puedes seguir siendo madre, hija, esposa, etc., sin dejar de ser MUJER. Ten muy presente ser PACIENTE, COMPRENSIVA Y COMPASIVA contigo misma en este proceso. Disfruta del camino hacia tu nueva historia y valida que no es un proceso lineal. Habrá días buenos y otros más retadores, pero si algo sabemos las mujeres es ser RESILIENTES, CREATIVAS Y FUERTES.
Este Día de la Mujer, hagamos una pausa para mirar hacia adentro. ¿Cuánto de nosotras mismas hemos dejado atrás? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer para volver a nosotras?