Vivimos en un mundo acelerado, en donde queremos todo para “ayer” y en temas de salud tendemos a buscar la cura rápida sin importar los efectos secundarios. Así como también la pérdida de peso sin esfuerzo y sin tener que hacer cambios drásticos en nuestro estilo de vida.
Debemos tomar en cuenta que el cuerpo es nuestro más grande maestro, nos enseña una y otra vez que muchas veces lo que nosotros vemos como enfermedades físicas son sólo los síntomas de algo que se tiene que tratar de raíz, ya sea a nivel emocional, interpersonal o espiritual. Esto nos lleva a que no hay “short cuts”. Es importantísimo volver a conectarnos con nuestro cuerpo y entender a nivel más sutil lo que realmente necesita y de lo que lo estamos privando. En un porcentaje muy alto, tiene que ver directamente con la alimentación, nuestro estilo de vida y hábitos en general.
La comida realmente es una medicina súper poderosa y si a esto le sumamos la capacidad de aprender a escuchar al cuerpo, tenemos la fórmula perfecta para la salud y felicidad.
Con el estilo de vida que tenemos en el mundo actual, hemos descuidado mucho la alimentación, vivimos en el acelere total y comemos lo primero que tenemos a la mano o cosas muy procesadas, que si bien nos ahorran tiempo, no nos dan salud.
Es en este contexto han surgido los alimentos funcionales los cuáles nos aportan un extra en nutrición y salud. Algunos de estos alimentos funcionales nos ayudan a sanar y corregir las disfunciones y alteraciones de la microbiota intestinal con la utilización de agentes bioterapéuticos: prebióticos, probióticos y simbióticos que son en realidad productos nutracéuticos, es decir, productos de origen natural, benéficos para la salud, con propiedades biológicas activas y capacidad preventiva y/o terapéutica. Pero para que todo esto no les suene muy científico y aterrizándolo en palabras terrenales vamos a definir estos conceptos: microbiota, probióticos, prebióticos y simbióticos.
La microbiota intestinal (anteriormente llamada microflora intestinal) es la población de microorganismos que habitan en el intestino. Nuestra microbiota intestinal contiene 100 billones de microorganismos, incluyendo como mínimo 1000 especies diferentes de bacterias que comprenden más de 3 millones de genes, 150 veces más que el genoma humano y puede pesar hasta 2kg. Al tener un papel en la expresión de genes se dice que la medicina del futuro está 100% relacionada con la microbiota. Solo un tercio de nuestra microbiota intestinal es común a la mayoría de la gente, mientras que los otros dos tercios son específicos en cada persona. Podríamos describirla como una huella digital, específica e individual para cada uno de nosotros. Una microbiota intestinal saludable y equilibrada es fundamental para asegurar una función digestiva adecuada, ayuda al sistema inmune, permite alcanzar y mantener un peso saludable entre otros. Teniendo en cuenta el importante papel que la microbiota intestinal desempeña en el funcionamiento del cuerpo y las diferentes funciones que cumple, hoy en día se considera como un órgano (un “órgano adquirido,” ya que nacemos con él estéril). Tan importante es una microbiota sana que existen técnicas como trasplante fecal para reconstituirla y mejorarla. El trasplante fecal consiste en introducir las heces de una persona sana dentro el tubo digestivo de un paciente para reconstituir su flora intestinal y ayudarle a combatir las bacterias patógenas. Existen muchas vías de administración: introducción de una sonda por la nariz hasta el estómago o hasta el duodeno, colonoscopía, enema o, menos frecuente, ingestión de cápsulas gastrorresistentes.
Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, producen un beneficio para la salud del huésped y los podemos consumir a través de alimentos fermentados: kombucha, kefir, kimchi, chukrut, etc. Hoy en día además tenemos en el mercado muchas marcas de probióticos en cápsulas.
Es importante saber que en esta forma, no todas las cápsulas llegan hasta el intestino que es donde se debe poblar la microbiota, ya que muchas veces el ácido gástrico disuelve la cápsula y mata a los microorganismos. Por otro lado, hay que asegurarse que tengan varias cepas de diferentes microorganismos y que las unidades formadoras de colonias (UFC) sean de por lo menos 20 billones.
Los prebióticos son el alimento (fibra insoluble principalmente) para los microorganismos benéficos presentes en nuestro intestino. Como ejemplos tenemos: manzana, alcachofa, plátano, avena, cebada, ajo, cebolla, espárragos y leguminosas, entre otros.
Los simbióticos son productos que contienen a la vez prebióticos y probióticos, y su función es restaurar y/o mantener la buena salud de la microbiota intestinal. El estándar de oro en los simbióticos es la leche materna.
La microbiota es clave para la salud, así que ya sabes, cuida a estos “microscópicos amiguitos” a través de la alimentación y tu estilo de vida.