Un mapa a través de tu salud digestiva.
Descubre porqué se le refiere al intestino como “el segundo cerebro”; una guía completa sobre la conexión que existe entre estos dos vitales órganos.
El eje que conecta el cerebro, el sistema nervioso central y el tracto digestivo es la base para entender nuestra microbiota y nutrir nuestros sentimientos viscerales.
Si alguna vez has tenido una experiencia desgarradora o si has sentido mariposas en el estómago antes de un gran evento, entonces sabes que tu tracto gastrointestinal (TGI) es sensible a tus emociones. Resulta que hay una razón científica para ello. Las investigaciones demuestran cada vez más que no nada más tu cerebro afecta tu salud intestinal, y viceversa, pero que tu salud intestinal afecta tu salud en general. A continuación un resumen sobre los resultados científicos más recientes.
La conexión intestino-cerebro
A menudo se refieren a tu intestino cómo “tu segundo cerebro”, y por buena razón: Hay una clara conexión entre tu cerebro y el tracto gastrointestinal, conocido como el eje intestino-cerebro. La parte primaria de este eje es el nervio vago, el cual conecta a tu cerebro con tu tracto gastrointestinal. Este eje intestino-cerebro es bidireccional, lo que quiere decir que trabaja en ambos sentidos. Este nervio permite que el cerebro altere tu tracto gastrointestinal, pero el tracto gastrointestinal también modifica el cerebro.
Los científicos han reconocido la comunicación entre el intestino y el cerebro por casi 200 años, con estudios que van hasta los inicios del siglo 19 demostrando que las emociones de una persona pueden alterar su TGI. Uno de los ejemplos más conocidos de esta conexión es el trabajo de William Beaumont, un cirujano del ejército quien en 1830 cuidó a un paciente que tenía una herida abierta en el estómago a causa de una herida de bala. Baumont podía observar el revestimiento estomacal del paciente y notó que había una relación entre sus cambios de humor y sus secreciones gástricas.
Este segundo cerebro en el intestino a veces se le refiere cómo “pequeño cerebro” o de una manera más científica, tu sistema nervioso entérico. Se construye de dos capas de más de 100 millones de células nerviosas que recubren el tracto gastrointestinal. Mientras que su trabajo principal es ayudar con la digestión de los alimentos, también se comunica de manera regular con el cerebro mayor en tu cabeza, a través de neurotransmisores, químicos que usualmente son liberados por tus nervios, la mayoría de estos neurotransmisores se originan en el intestino: Alrededor del 90% de la producción de las hormonas de la felicidad, como la serotonina, se encuentran ahí y tu intestino también produce un neurotransmisor llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA) el cual también se relaciona al humor.
Qué tanto, o que tan poca cantidad produzcas de estos neurotransmisores puede ser en gran parte por los trillones de microbios que habitan tu intestino, también conocidos como tu microbiota. Todos tenemos una variedad de bacterias en el cuerpo, muchas de las cuales son benéficas para nosotros. Las que se encuentran en nuestro TGI no nada más nos ayudan a digerir nuestros alimentos, pero parece que tienen diversos efectos en el cuerpo, impulsando nuestra salud física y mental.
Una manera de lograr este incremento, es mantener un balance con las bacterias patógenas, multiplicándose a una velocidad que no les da oportunidad de crecer en exceso. Estudios han demostrado que una cantidad elevada de bacterias malas en la microbiota, se asocia a un mayor riesgo de enfermedades gastrointestinales como enfermedad de Crohn, colitis ulcerativa y síndrome de intestino irritable. Estas bacterias malas son las que aumentan la inflamación a través del cuerpo. Mientras que las bacterias benéficas, por el lado contrario, disminuyen la inflamación.
Cuando los investigadores vieron a más de 2100 adultos, encontraron que aquellos que estaban deprimidos tenían menor cantidad de ciertas bacterias intestinales específicas, tal como Coprococcus y Dialister, de acuerdo a un estudio publicado en Febrero 2019 en diario médico de Nature Microbiology. Piensan que estas bacterias son positivas en el intestino, que producen muchos neurotransmisores relacionados al humor, como GABA y norepinefrina.