A la Vitamina D, se la puede considerar una auténtica hormona debido a que, gracias a la exposición al sol, el cuerpo humano la puede sintetizar por sí solo.
También puede obtenerse de la ingesta de algunos alimentos, como el pescado graso (salmón), el aceite de hígado de pescado y los huevos, por eso se dice también que es una vitamina.
Sus funciones más conocidas son mantener el equilibrio del calcio en los huesos promoviendo la absorción de calcio en los intestinos. El calcio y el fósforo dependen de esta vitamina para la formación de hueso, pero no sólo eso; la vitamina D desempeña un papel crucial en la prevención de enfermedades y para mantener una salud óptima. Existen alrededor de 30,000 genes en el cuerpo, y la vitamina D afecta a casi 3,000 de ellos, así de fundamental es.
La vitamina D es especialmente importante para prevenir el cáncer, hay estudios que sugieren que tener óptimos niveles de vitamina D podría reducir el riesgo de cáncer a la mitad o más.
La única manera de identificar definitivamente la deficiencia de vitamina D es a través de un análisis sanguíneo. Sin embargo, también hay algunos signos y síntomas generales que se deben tomar en cuenta: al ser mayor de 50 años de edad disminuye la capacidad de sintetizarla, obesidad (debido a que la vitamina D es liposoluble, la grasa corporal ayuda a captarla. Si tiene exceso de peso, es probable que necesite mayor cantidad de vitamina D que una persona más delgada), tener una piel más oscura, dolor óseo, fatiga constante (incluso se llega a confundir con fibromialgia y fatiga crónica), sentirse melancólico o con depresión, sudoración en la cabeza y una deficiente función inmunológica, enfermarse constantemente.
¿Cuánta vitamina D necesitamos?
De acuerdo al NIH (National Institute of Health, Office of Dietary Supplements), los bebés de hasta 1 año necesitan 400 UI, de 1 año de edad hasta los 70 años 600 UI, adultos mayores de 70 años necesitan 800 UI, mujeres embarazadas y en lactancia 600 UI.
La mejor fuente de vitamina D, es la exposición al sol. La mayoría de las personas necesitan exponerse tan sólo de 15 a 20 minutos a mediodía todos los días, exponiendo la piel sin bloqueador solar para mantener los niveles de vitamina D en su cuerpo dentro del rango ideal. Si se tiene piel más oscura necesitará más tiempo de exposición. Hoy en día diversos estudios muestran que la mayoría de las personas tienen deficiencia de vitamina D porque no reciben la suficiente exposición saludable al sol. En México, la Escuela de Medicina del Tecnológico de Monterrey realizó un estudio que señala que el 90% de personas sanas en México mayores de 55 años de edad tiene deficiencia de vitamina D. Otro punto importante es que en estos tiempos de pandemia, muchas personas casi no tienen contacto con la naturaleza ni el sol directo. Además, la mayoría de los dermatólogos y otros médicos recomiendan evitar la luz del sol y utilizar protector solar antes de salir al aire libre, lo que ha contribuido mucho a la deficiencia de vitamina D en la población. Aunque al evitar los rayos del sol podría reducir el riesgo de cáncer de piel, se corre el riesgo de ser deficiente en vitamina D, que a su vez podría incrementar el riesgo de muchos tipos de cáncer.
Es recomendable obtener la vitamina D faltante a partir de los alimentos ya mencionados y de suplementos de buena calidad que nos garanticen que realmente son absorbidos y aprovechados por nuestro cuerpo.
Al optimizar los niveles de vitamina D, tenemos mayor protección contra:
Síndrome del ojo seco, degeneración macular, enfermedades autoinmunológicas (como la esclerosis múltiple, enfermedad intestinal inflamatoria y psoriasis; entre otras), enfermedades gastrointestinales, enfermedades infecciosas, incluyendo a la gripe, coronavirus y VIH, enfermedades reumáticas inflamatorias, como la artritis reumatoide, osteoporosis y fracturas de cadera, enfermedad cardiovascular (para disminuir la hipertensión, cardiopatía aterosclerótica, ataques cardíacos y derrames cerebrales), enfermedades neurológicas, tales como la epilepsia, lupus , apnea obstructiva del sueño, obesidad y diabetes, enfermedades neurodegenerativas, incluyendo a la enfermedad de Alzheimer, Parkinson y esclerosis múltiple.
Es común que los pacientes con Parkinson sean deficientes en vitamina D, y los adultos mayores con grave deficiencia de vitamina D podrían elevar en un 125 % su riesgo de demencia.
Además, teniendo óptima cantidad de vitamina D mejora la salud ósea, salud dental, y disminuye la probabilidad de caídas y fracturas.