“Los adultos no hacen esas cosas” es una frase que escucho constantemente tanto en mi vida profesional como en mi vida personal. Es una frase que nos roba mas de lo que alcanzamos a vislumbrar.
“Los adultos no hacen esas cosas” es una frase que escucho constantemente tanto en mi vida profesional como en mi vida personal. Es una frase que nos roba mas de lo que alcanzamos a vislumbrar. Doloroso que al llegar a una mayoría de edad legal tengamos que cortar de golpe una de las partes más mágicas de nuestra esencia: La capacidad de jugar. Por que Culturalmente cedemos mucho de nuestro derecho a ser, a la creatividad, ¿Al imaginar y al disfrute solo porque erróneamente lo asociamos con inmadurez?
¿Quién es más maduro? El que lleva una facha colorida y exótica, pero paga sus cuentas, cumple con su trabajo, es una figura presente con sus hijos y juega con ellos y con su pareja o aquel de porta traje, irresponsable con su trabajo y su situación económica y además esta siempre ajeno a su familia porque “eso es ridículo, el ya es un adulto”. Exacto. El mantenerte en contacto con tu parte juguetona y hasta un poco infantil te potencializa a ti, mejora tus relaciones, pero, sobre todo, te permite que la vida adulta sea mas ligera y llevadera.
Si, claro que comprendo que muchos de ustedes han tenido historias muy duras, infancias difíciles y dolorosas en donde ser niño era un LUJO que no se podían permitir porque había de sobrevivir y/o obedecer. Había que dejar de soñar y jugar, de “perder el tiempo” porque tu realidad lo exigía. Soy consciente de que todo esto que hoy te cuento esta normalizado en nuestra sociedad, pero es justo mi deseo que cuando leas este texto regreses a ti, al niño herido, asustado y deseoso de jugar y de amor que esta dentro de ti, esperando a un adulto más capaz de amarle y aceptarle, de atender sus necesidades y de jugar con él. Ese adulto eres tú.
“El juego infantil es un recurso natural inagotable que permanece dentro de cada persona y que estará a su disposición siempre que lo necesite. Sin embargo, es un pozo que requiere llenarse en pocos años, y la calidad del juego que se deposite será la que alimentará ese valioso recurso durante toda la vida” – Tina Bruce-
Cuando somos niños, el juego y la fantasía juega un papel primordial en nuestro sano desarrollo. Usamos el juego como un medio de expresión de nuestros miedos, emociones y experiencias. Es mediante el juego que desarrollamos nuestras inteligencias múltiples: emocional, intelectual y social. En la infancia nuestra creatividad y pensamiento mágico constituyen la base sobre la cual le damos sentido al mundo y nos explicamos aquello que nos asusta para poder desaparecer a los monstruos que nos atemorizan por las noches y los demonios que nos persiguen en el día.
En el mes del niño quiero invitarte a reconectar con el niño que fuiste y le des la oportunidad de jugar. Te aseguro que es un ganar-ganar. ¿Como? Aquí es donde entra tu familia y amigos cercanos.
Aquí es donde rompes el patrón generacional de adultos peleados con su capacidad de jugar. Si tú tienes hijos, sobrinos o niños cerca tienes una ventaja: ellos serán tus grande aliados y maestros. Lo único que tienes que hacer es bajar de tu posición de poder y observarlos. Siéntate en el piso con ellos y pídeles que te inviten a su juego y déjalo que te guie. Este pequeño maestro te da la oportunidad de explorar ese mundo que no pudiste vivir por tener que ser responsable muy pronto o que en algún momento de tu vida enterraste porque “no podías perder el tiempo con tonterías”.
Puede que te sientas raro en un inicio, que todo lo que te repitieron por años sobre ser un adulto te ponga en jaque y grite en tu cabeza “detente, que vergüenza, ya estas grande para esto”. Esta bien. En ese momento solo recuerda que estas aprendiendo, que te lo mereces y que el adulto que hoy eres, se lo quiere regalar al niño que eres y al que lo rodea. “Para ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de sus alegrías” – Don Bosco.
Solo hazlo y verás como en poco tiempo una alegría diferente llega a tu vida, como sanas un poquito. Verás como las relaciones con los que amas se vuelven “mágicamente” mas cercanas. El juego es el vehículo de comunicación con tus hijos y fortalece el vínculo parental y su autoestima. Las parejas que juegan y se ríen juntas tienen mucho mejor pronóstico, mayor intimidad emocional, un vínculo más sano (y mejor sexo). Así que atrévete a ser ocurrente y creativo en pareja. ¿Hace cuanto que no haces algo simple y juguetón con tus hermanos? ¿Qué esperas?
Ahora quiero invitarte a sentarte uno a uno con tu niño. Toma una foto de ti cuando eras pequeño, obsérvale y recuerda como se sentía. ¿Pregúntale a que quiere jugar? Cómprale esa taza con florecitas que será tu favorita para tomar el café mientras haces las cosas de adulto. Regálale ese hot wheels que adornara tu escritorio de adulto y que rodarás sobre notas cuando te sientas abrumado. Dale voz e intégralo a tu presente. Dale pequeños momentos de juego en el día a día. Reconecta con tu creatividad y fluye, date permiso. Juega.
Al jugar estas sanándote a ti, al niño que fuiste, pero también le estas regalando un vínculo precioso y amoroso a los niños que te rodean y pones en marcha el final de un patrón generacional de adultos que creen erróneamente que ser adulto es mutilar mucha de la luz del niño. Bienvenido a sembrar la semilla para un mundo con más adultos que comprenden que no viniste a este mundo a ser el mejor profesionista de la historia sino que estas aquí para vivir la vida y enamorarte de cada segundo y de las cosas más pequeñas y cotidianas de la vida: de cantar desafinadamente con un micrófono imaginario tu playlist favorito, de hacer un bailecito de felicidad cuando saboreas un platillo delicioso, de reír a carcajadas con tu mejor amigo, de jugar en el cochecito del super con tu pareja, de hacer soniditos de cochecito mientras juegas a la fórmula uno con tu hijo o ensuciarte las manos haciendo panecitos de lodo. Recuerda lo que es ver el mundo con los ojos, el asombro y el disfrute de un niño.