La meditación nos trae al momento presente a través de observar y sentir el cuerpo
¡Bienvenido a este artículo sobre la importancia de practicar la meditación!
Seguramente has oído hablar del tema, pero sin duda te será de mucha utilidad saber cómo funciona la meditación y el importante impacto que biológicamente tiene en la estructura cerebral, además de influir en otras partes del cuerpo que también se ven beneficiadas y fortalecidas.
Vayamos al contexto histórico. La meditación se emplea desde hace miles de años en diversas culturas y filosofías alrededor del mundo, principalmente en el Oriente, como medio para calmar la mente, reducir la ansiedad, aprender a enfocar la atención y desarrollar recursos neuronales que permitan dar mejor respuesta a los retos emocionales o situaciones de estrés.
Hoy en día, la meditación ha llamado la atención de científicos, psicólogos y estudiosos de diversas ramas de la medicina que están documentando sus beneficios.
Hay que resaltar que, aunque es una práctica milenaria, es hasta años recientes que la ciencia respalda las bases de su eficacia y explica la neurología de las conexiones cerebrales que ocurren durante la misma.
Científicos de la Universidad de Harvard, entre ellos el Dr. Ronald Siegel, han publicado diversos artículos sobre el análisis del cerebro y otros órganos del cuerpo durante la práctica de la atención plena o meditación (en inglés, mindfulness).
¿Qué sucede cuando meditamos?
Nazareth Castellanos, doctora en medicina y especialista en neurociencias, ha desarrollado abundantes líneas de investigación sobre lo que pasa en el cerebro del meditador; ella señala tres cambios importantes:
En primer lugar, la meditación nos trae al momento presente a través de observar y sentir el cuerpo. Al poner la atención en la respiración, en la postura corporal y en las sensaciones:
Se produce un reforzamiento de la zona prefrontal del cerebro, zona clave para el control conductual, es decir, aumenta nuestra capacidad de establecer prioridades y tomar buenas decisiones.
También ocurre un aumento en el hipocampo, la parte relacionada con los procesos de aprendizaje y la memoria, y ocurre una reducción de la amígdala, el centro reactivo de las emociones encargado de dar respuestas automáticas, sobre todo con la gestión del miedo, en su triada de bloqueo/ataque/huida. Como podrás intuir, su excesiva actividad hace que las personas experimenten estrés y ansiedad. Pues bien, después de un determinado tiempo practicando meditación, la amígdala puede llegar a reducirse hasta en un 22%, según estudios basados en resonancia magnética y electroencefalografía.
En términos generales, la meditación refuerza los procesos de metacognición, es decir, te ayuda a darte cuenta de ti mismo, lo que estás pensando y sintiendo. En otras palabras, es un medio para conocerte a ti mismo. Esto es sumamente útil para poder aprender a gestionar hábitos de pensamiento que no nos benefician, como el pesimismo, la autocondena o la divagación mental y falta de enfoque productivo.
Por si fuera poco, se ha demostrado también que la meditación ayuda a reducir el dolor físico y la reacción emocional asociada al mismo, y mejora la calidad del sueño. Técnicas específicas de respiración coadyuvan a mejorar condiciones de dolor lumbar crónico, mientras que, por otro lado, la Asociación Americana del Corazón, en un artículo publicado en 2013, determinó que la meditación podría considerarse en la práctica clínica para disminuir la presión arterial. ¿Interesante, verdad?
¿Cómo empezar?